Tercera Vía para México

Tercera Vía para México

Del reportero
Por Fernando A. Crisanto 9 Marzo, 2022

Demetrio Sodi de la Tijera ha logrado vender entre los presidentes del PAN, PRD y PRI la idea de posicionar a la Tercera Vía como opción ideológica para desarrollar el plan de trabajo hacia la conquista de la Presidencia de la República en 2024.

Aparentemente no es gran cosa el posicionar una ideología entre la oposición, pero la realidad es distinta: no es fácil convencer a los presidentes de partidos de derecha, centroizquierda e izquierda para que hagan a un lado sus posicionamientos convencionales y opten por una visión razonablemente cercana al punto medio.

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En ese sentido, la Tercera Vía es un entramado de ideas que buscan trabajar en la reconstrucción del tejido social y del Estado en sí, a partir de cinco eslabones que integran una especie de cadena de bienestar, a saber:

  1. Profundizar lo más posible en la construcción de la democracia, que incluye el impulso a los derechos humanos y el empoderamiento de las organizaciones de la sociedad civil o como se les conoce popularmente, ONG.
  2. Otorgar los mayores estímulos posibles a la educación, la ciencia y la tecnología, en el entendido que una sociedad sin conocimiento, es una sociedad esclava, aún de sus propias fobias y filias.
  3. Trabajar claramente en la recomposición de la economía, con el propósito de inducirla a una opción intermedia entre el capitalismo salvaje y el socialismo que repudia toda actividad de competencia económica
  4. Frenar la sobre dependencia del Estado por parte de la sociedad, particularmente con políticas públicas focalizadas a la desregulación, la descentralización y la reducción de impuestos.
  5. Y, aunque es más difícil decirlo que hacerlo, conciliar a la solidaridad, la justicia social y las oportunidades para todos, con el libre mercado, minimizando al intervencionismo del Estado en lo económico.

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Los que se atrevieron

Como no podría ser de otra manera, la Tercera Vía comenzó a operar en Europa y ha tenido importantes simpatizantes en América. En el caso de Estados Unidos, William Clinton y el Premio Nobel Joseph Stiglitz han ponderado claramente a este modelo, al tiempo que algunos santones de la economía como Amartya Sen la han considerado como una opción viable de dialogo entre economía y bienestar social.

Es evidente que Anthony Giddens es el personaje que más ha hecho por divulgar a la Tercera Vía, particularmente con su obra homónima que vio la luz en 1998. Por ello, no es de extrañarse que Tony Blair trabajara claramente identificado con esta visión pública.

Ciertamente, los conocedores siempre se han mostrado escépticos respecto a los verdaderos alcances de esta opción, particularmente en términos de ubicar un equilibrio preciso entre el Estado de Bienestar y el liberalismo. Con todo, hay quienes han trabajado largamente para intentar conciliar ambos puntos.

En primer lugar, ahí está el británico Tony Blair (Primer Ministro, de 1997 a 2007), quien se enfrentó al desafío de la Unión Europea, siendo fuertemente criticado por sus descalabros al intentar consolidar al laborismo con la globalización.

El canciller alemán Gerhard Schröder (Canciller, de 1998 a 2005) fue criticado sin piedad por el intelectual Michael Ehrke, quien no paró de mofarse de él, diciendo que su Tercera Vía había terminado en un mero plan de ahorro, aunque después corrigió un poco y le concedió que “era un bosquejo vago de una sociedad hacia la cual nos dirigimos, bajo una política a la que debemos aspirar”.

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Por su parte, el neerlandés Wim Kok (Primer Ministro, entre 1994 y 2002) se mantuvo a pie firme contra todos aquellos que anhelaban maximizar el poder del Estado para inflar artificialmente a la economía y como lo señaló con cortesía en diarios europeos, “en el corto plazo el déficit puede ayudar a resolver emergencias, pero el largo plazo demanda disciplina”.

Ricardo Lagos de Chile (Presidente, de 2000 a 2006) se movió en torno a una “Tercera Vía Latinoamericana” y no sería exagerado pensar que su programa de gobierno tenía apuntes casi textuales del libro de Giddens.

En el caso del brasileño Fernando Henrique Cardoso (Presidente, de 1995 a 2002) expuso las áreas de oportunidad de un Libre Mercado con límites, como lo apuntó él mismo en una entrevista a BBC en 2007: “(La Tercera Vía es) lo que llamaban ‘gobernación progresiva’: el mercado soluciona algunos problemas, propios del capitalismo, pero no soluciona los problemas de la gente, ni de la educación, del empleo, ni de la participación (…)”.

Por su parte, la sucesora de Ricardo Lagos, Michelle Bachelet (Presidente, de 2006 a 2010 y, de 2014 a 2018), que convirtió a la economía chilena en un fenómeno envidiable, lo apuntó con inteligencia en un foro sobre el tema, en Cartagena.

“No basta crecer, sino que es fundamental distribuir. En estos periodos que se vienen de construir un ‘país distinto’, no dejar para después distribuir, es lo que pareciera que desean los que todo lo tienen”. Menuda lección para los lunáticos del continente.

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Las quejas vs la Tercera Vía

Seguramente la mayor queja se da en torno a la defensa del Estado de Bienestar, teniendo en las narices a la globalización, esta última una férrea defensora del individualismo y el capitalismo más agresivo.

Pues, de entrada, el modelo de Giddens se caracteriza por evitar a la concepción bipolar del mundo, en el entendido que hay algo más allá de Estados Unidos y Rusia, sino que existen problemas que deben ser atendidos por todos, como es el caso del narcotráfico, el terrorismo y el cambio climático.

Por otra parte, no hay que olvidar que la Unión Europea es fruto ideológico de la Tercera Vía, en el entendido que respeta la soberanía nacional, pero refuerza un concepto de comunidad interregional.

Y, se le acusa de que no tiene propuestas concretas para el largo plazo, lo cual es cierto. El propio Giddens lo ha mencionado en el sentido que es un asunto de equilibrios. Y justo aquí es donde los maniqueos atacan con gusto esta ideología.

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Sin embargo, el politólogo inglés lo ha señalado con claridad:

  1. En la Tercera Vía no hay simplismos, porque todo es cuestión de negociación: se acepta como aliado natural al Libre Mercado, pero con limitaciones a efecto de que no arrase con ciertas actividades productivas que son de suyo vulnerables y con los más pobres que no pueden competir en igualdad de circunstancias.
  2. Defiende sobre todas las cosas a la libertad de las personas, pero con límites claramente establecidos. Se ayuda de las ONG y las impulsa con vigor, pero las acota cuando éstas han migrado de apoyar a las causas sociales a convertirse en generadoras de actividad delictiva.
  3. Trabaja en permanente innovación, pero acepta que todos los componentes del espectro político tienen razón en algún punto de la agenda política; es decir, busca la inclusión de los actores políticos, pero confía en sus mantras: el Estado de Bienestar y el liberalismo económico.

Cuando se le mencionaba a la entonces ministra Margaret Thatcher su opinión sobre algunas ideas vinculadas a la entonces, aún no nacida, Tercera Vía, generalmente explotaba diciendo que el Estado no debe ser niñera de nadie. Y tenía razón.

La Tercera Vía es extremadamente flexible, por lo que puede trabajar intensivamente con los programas sociales al tiempo que puede acotarlos en ciertas zonas en las que considere que, está pasando justamente a ser una niñera. Por supuesto, los izquierdistas de cepa suelen decir que esta es una cuchillada trapera contra el socialismo. Y lo es.

Pero también la Tercera Vía interviene cuando el liberalismo clásico de cajón se pasa por encima de los que no pueden defenderse, con todo y su imagen de niñera. El reto se hace formidable, entonces: al Libre Mercado, ni odios ni complicidades puras y a la sociedad, ni guarderías ideológicas perpetuas, pero tampoco, abandono eterno.

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La Tercera Vía mexicana

Aplicar el recetario de Anthony Giddens en América Latina no es sencillo; si alguien tiene duda, que se lo pregunte a Michelle Bachelet. Con todo, es una opción válida para reconciliar al Estado de Bienestar con el liberalismo, respetando a los derechos humanos y, sobre todo, reconciliando a una sociedad herida por sí misma.

En tiempos que se caracterizan por la polarización, el encono y la víscera como forma de gobierno, la Tercera Vía es una opción válida, a ratos utópica, pero con una certeza en su interior: gobernar para los demás, no para sentar las bases de una dictadura que haga de la ocurrencia, el semillero de su permanencia.

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*ARD