La comida más cara de Lozoya
Por 6 Noviembre, 2021Emilio Lozoya llegó a las nueve de la mañana del miércoles 3 de noviembre a las instalaciones del Reclusorio Norte de la Ciudad de México.
Con la justicia expedita a su favor, antes de las doce del día ya se había concluido su trámite.
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Lozoya Austin había recibido una prórroga de treinta días para reunir más pruebas que fortalezcan sus acusaciones sobre los sobornos de Odebrecht. El juez de control le dio el trato correspondiente a su imagen de impunidad y le obsequió un mes para cerrar la investigación complementaria.
No se puede decir que le había ido mal al sofisticado exdirector de Pemex. Sus abogados habían solicitado sesenta días de ampliación del plazo y les dieron treinta.
El detalle que llama la atención es que los representantes de la Fiscalía General de la República dijeron al juez de control que no era necesario tal plazo.
El argumento de la Fiscalía es que los datos y documentos que Lozoya mencionó como inéditos, ya se encontraban en la carpeta de investigación.
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El juez de control le dio la ampliación del plazo, “basado en los derechos de la defensa y debido proceso”, argumentó.
Pero algo raro pasó, de los treinta días de gracia migró a la prisión preventiva.
De la nada fueron aceptados dos argumentos adicionales de la Fiscalía.
Que Lozoya cuenta con una enorme red social que le permitiría huir de México y que contaba, con un depósito al equivalente a ochenta millones de pesos, en una cuenta bancaria.
Sus abogados soltaron de inmediato que Lozoya “está muy tranquilo, muy confiado, entró con mucho respeto, asumimos la decisión y ahora mismo nos ponemos a trabajar para la reparación del daño”.
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Solo hay dos posibilidades para explicar el cambio de señal.
Es una continuación de la pantomima o la comida, el pato laqueado, en el Hunan salió extremadamente cara, todo indica que será esta última la que pague Lozoya.
De las anécdotas que se cuentan
Con una mala nota, Puebla volvió a las mañaneras de Palacio Nacional.
Sobre las explosiones en San Pablo Xochimehuacán afirmó el presidente López Obrador:
“Tuvimos suerte, en este caso de Puebla. Debo de reconocer la actuación rápida de la policía de Puebla, porque de inmediato llamaron a la gente para que abandonaran las casa, incluso, consiguieron camiones y hubo un desalojo de 2 mil personas”.
De insistir en que ya no existía huachicol ni riesgos en el país, al reconocer la buena fortuna porque la desgracia pudo ser peor, vale la pena recoger la declaración, el mismo miércoles 3 de noviembre, del comandante de la XXV Zona, quien reconoció que no se han podido cerrar todas las tomas clandestinas de hidrocarburos en el estado, hay una reducción de apenas del 34 por ciento.
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El presidente que a los delincuentes les ofrece abrazos reconoció:
"Es muy grave esta situación. Ojalá que la gente no guarde silencio y decirle a quienes se dedican a estas actividades ilícitas que cometen un delito muy grave que atenta contra la seguridad", dijo
“Si ven algo extraño, una camioneta que entra por un camino de terracería y sale… todo eso puede advertirse. No hay que guardar silencio, que por favor nos ayuden y denuncien”, insistió.
A las personas que se dedican al robo de combustible, a los huachicoleros, el presidente les recordó que el robo de hidrocarburos es considerado como delito grave, de manera que la persona que es detenida no alcanza derecho de fianza. Con un solo problema, en lo que va del sexenio hay en Puebla más de 300 detenidos por estos delitos, pero solo una sentencia en tres años.
Prevalecen la impunidad y los abrazos.
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*ARD