Ahora son ¿las universidades?

Ahora son ¿las universidades?

Del reportero
Por Fernando A. Crisanto 12 Octubre, 2021

La semana pasada, durante su visita a Puebla el 4 de octubre, el presidente Andrés Manuel López Obrador celebró que una mujer, la doctora Lilia Cedillo, fuera la nueva rectora de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, lo hizo porque su designación obedeció a un proceso donde la comunidad de casi 130 mil estudiantes, académicos y trabajadores tuvieron el derecho de elección y casi 80 mil lo hicieron por ella.

Pero eso no piensa el presidente de otras universidades públicas como la Nacional Autónoma de México y la de Guadalajara, apenas el jueves pasado acusó que son dominadas por cacicazgos y mafias, citó el nombre de Rafael Padilla de la UdeG, pero paralelo a su inconformidad la Secretaría de Educación Pública empezó a revisar los subsidios que otorga a las instituciones de educación superior en el país.

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Al hacer un llamado a las universidades públicas a volver a clases presenciales, López Obrador advirtió hoy la existencia de “grupos de poder” en su interior, incluidas la UNAM y la Universidad de Guadalajara, que controlan presupuesto y en general la vida interna en ese nivel educativo.

Criticó a los trabajadores y docentes que están cobrando su salario y siguen “en la comodidad de su casa”, sin correr riesgos. Sostuvo que no ha habido “problemas mayores de contagio”, desde que se abrieron las escuelas, el pasado 30 de agosto.

La respuesta de universidades como la UNAM y la Metropolitana se hicieron el viernes en el sentido de que no han dejado de trabajar un solo día y que es el tema de salud pública el que mantiene las clases a distancia, cuando el semáforo esté en verde su regresó será más rápido.

El viernes, la UNAM emitió un comunicado para indicar que reconoce la necesidad de regresar a las actividades de manera presencial y así se ha comenzado bajo los acuerdos tomados por los consejos técnicos de las diferentes escuelas y facultades, a fin de tener un retorno gradual y seguro.

“Lo anterior se ha cumplido, particularmente en aquellos casos en los que la asistencia física de estudiantes y docentes se hace indispensable”, apuntó la máxima casa de estudios.

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En su comunicado, la UNAM señaló que es una institución que cuenta con una estructura horizontal para sus decisiones académicas.

“Para el efecto cuenta, en los distintos niveles de responsabilidad y decisión, con cuerpos académicos colegiados electos por las distintas comunidades, donde se analizan y debaten, en forma libre y plural, los asuntos de su competencia y se toman decisiones a través de mecanismos democráticos”, lejos de las mafias a las que aludió López Obrador.

Están a la espera de la vacunación al 100 por ciento de los mayores de 18 años y que haya semáforo verde, como lo establecieron las autoridades federales de Salud no las universidades.

Instituciones como la Buap también fueron requeridas por la SEP federal para conocer su calendario de regreso a clases presenciales, es claro que ese proceso ya empezó y hay en este momento cursos y programas donde alumnos y maestros asisten y el regreso será gradual, hasta normalizarlo cuando en Puebla cambie el decreto estatal que lo impide por ahora.

Quizá haya alguien que no le informe al presidente López Obrador que son las autoridades de Salud federal y de los estados y los gobernadores, quienes dictan y aplican decretos y establecen las limitaciones para las reuniones públicas y eso implica el regreso presencial a las universidades, amenazadas hoy con retirarles subsidio.

¿La federación se atreverá a cortar los presupuestos de las instituciones públicas de educación superior?

 

De las anécdotas que se cuentan


Si se pensaba que la relación con Estados Unidos ya encalló con Andrés Manuel López Obrador y Marcelo Ebrard haciéndola de sepulturero, hay un grave error de percepción.

El 30 de septiembre se demostró que cuando se quiere, las cosas pueden empeorar más.

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No fue suficiente la detención de un grupo de efectivos militares mexicanos que cruzaron la frontera hace unos días, ni el ofrecerle el micrófono a un dictador al tiempo que se envía al graderío al embajador estadounidense.

Ahora, se borra del mapa a la Iniciativa Mérida, a la que acordaron los gobiernos cambiarle de nombre por Bicentenario y calificarlo de “entendimiento”, pero es lo mismo con más compromisos mexicanos con los intereses estadounidenses.

Marcelo Ebrard informó que la Iniciativa Mérida se acabó, porque la relación entre México y Estados Unidos “entró en una nueva etapa”, eso suena bien como declaración, pero el vínculo no se rompe.

Mejor aún: “Los resultados en ambos países fueron aumento de consumo (de drogas), aumento de violencia, aumento del tráfico de armas. Entonces, no hay ningún resultado, tenemos que hacer otra cosa distinta; si seguimos haciendo lo mismo, vamos a lograr lo mismo”.

La estrategia iniciada en 2008 por George W. Bush y Felipe Calderón, trabajó en tres arenas: el intercambio de información en materia de inteligencia, la capacitación y certificación de personal militar y civil y el suministro de recursos materiales a México, vía equipo militar, armamento e informática.

Los expertos comentan que, la Iniciativa Mérida tuvo cosas buenas; por ejemplo, la profesionalización de cientos de cuadros mexicanos en la lucha contra los cárteles y el acceso a tecnologías estadounidenses de avanzada.

Al contrario de como López Obrador ve las cosas, el maniqueísmo no suele funcionar en las relaciones bilaterales.

El periodista Raymundo Riva Palacio publicó ayer en su Estrictamente Personal del El Financiero:

“Que nadie se llame a engaño. La arquitectura del ‘entendimiento’ no tiene como fuente las prioridades del presidente Andrés Manuel López Obrador, sino las de su vecino. En su hoja informativa, la Secretaría de Relaciones Exteriores omitió el origen del ‘entendimiento’, base sobre la cual se negociará la relación en materia de seguridad, y en su lugar habló de su misión y visión para llegar a un acuerdo sobre tres objetivos específicos, en cuyos detalles los mexicanos encontraremos al Diablo, porque establece condiciones que ni Barack Obama con Enrique Peña Nieto, ni George W. Bush con Felipe Calderón, demandaron. Veamos:

“En el tercer punto del objetivo 1, el gobierno de López Obrador aceptó reducir la cantidad de homicidios y delitos de alto impacto en México –secuestro, extorsión y feminicidios–, y enfocarse “en los actores y facilitadores de la violencia”, lo que implícitamente establece que la política de ‘abrazos no balazos’ tiene que acabar.

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“En ese mismo punto se incluye otro compromiso, la investigación de homicidios de manera efectiva y consistente, un mensaje para el fiscal general, Alejandro Gertz Manero, que debió haber tenido mejores cosas que hacer el viernes porque se ausentó de la reunión bilateral de gabinetes. El fiscal se ha enfocado en perseguir políticos, no criminales, y ahora tendría que ir contra los cárteles de la droga que con sus armas letales va conquistando rápidamente territorios en México, y no únicamente a delincuentes de cuello blanco”.

Sin embargo, esos mismos expertos alertan que López Obrador y Ebrard están estirando demasiado la liga con Joseph Biden y que si éste decide responder, las consecuencias para México pueden ser desastrosas, porque allá si son profesionales y estudian a sus adversarios antes de iniciar el embate.

Para allá vamos a vertiginosa velocidad.

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Con información de Lo de Hoy Noticias

 

*ARD