La cruda morena

Para no pocos precandidatos frustrados y otros tantos derrotados en las elecciones del 6 de junio a diputados locales y federales y presidentes municipales, el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) debería soltar premios de consolación a todo lo que alcance a dar la administración pública estatal y municipal.

También habrá que considerar a algunos de sus consejeros, entre los que se ha soltado la amenaza del charolazo partidista. La condición de consejero es el certificado de impunidad al interior de ese partido o al menos, eso se cree.

Entre tanta demostración de piel delgada y ausencia de experiencia partidista, que solo dan las décadas de trabajo, se supo de la exigencia por parte de uno de los que están a un paso de ser defenestrados, “aunque sea”, exige que le den una subsecretaria.

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Como lo señaló Fidel Velázquez hace décadas, la política es una feria en la que se tiene en la mano “un boleto chico” o “un boleto grande”.

Y el eterno líder sindical señalaba que el chiste de la política era vivir en una condición o en otra, pero “nunca perder el boleto”, sin importar si era chico o grande.

Pero no. Morena tiene a un grupo de inconformes, con nombres y apellidos, que no solamente están plenamente convencidos de que solo ellos son los exitosos y triunfadores, al tiempo que los demás son mediocres y condenados a acumular derrotas.

Con esa clase de personajes se construyó un partido político que tanto en lo municipal como en lo estatal y nacional ha demostrado una insólita capacidad para dividir a los mexicanos.

Su líder nacional, el presidente Andrés Manuel López Obrador, ha dado cátedra para confirmar una y otra vez que un país unido no le interesa porque sin polarización, no podría mantenerse en el poder.

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Eso es justamente lo que está ocurriendo en Puebla con Morena, hay algunos que no entienden las reglas de la política.

Se quedaron trabados en el activismo y la política va más allá de repartir volantes y pintar mantas.

De las anécdotas que se cuentan

Hace 4 décadas conocí a don Alfonso Ponce de León en su casa paterna de San Baltazar.

Era muy joven, pero quería seguir los pasos de su tío Miguel Ángel, entonces mi compañero en la Oficina de Prensa de la gestión de Guillermo Jiménez Morales.

Con o sin permiso, se fue a hacer sus pininos a la redacción de Cambio.

Ahí nos saludamos muchos días y compartimos información.

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La fuente policiaca fue su pasión, nunca cubrió otra.

Iba a los ministerios públicos, pero se involucraba con agentes y policías, siempre quería saber más para contar mejor las historias, como la fuga de El Pirulí, que fue la última que escribió.

Se convirtió en un referente de la nota roja poblana.

Volvimos a hacer equipo en la Tropical Caliente, pero siempre fue un gusto verlo, saludarlo, preguntarle por algún caso difícil y consultar con él detalles de los que no se publican, pero trascienden.

Don Alfonso falleció este miércoles y lo vamos a extrañar.

“Porque los muertos corren rápido”, como titulaba su columna diaria de Intolerancia, “nos vemos cuando nos veamos”, así la remataba, don Alfonso DEP.

fcrisanto00@yahoo.com.mx

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Facebook: Fernando Alberto Crisanto

Con información de Lo de Hoy Noticias

*AR