Lydia Cacho y Marín al teatro

Lydia Cacho y Marín al teatro

Del reportero
Por Fernando A. Crisanto 10 Diciembre, 2021

El próximo 16 de diciembre se cumplirán 16 años de la detención de la periodista Lydia Cacho, después de que publicara, en su libro Los demonios del Edén, una red de pornografía infantil que implicaba a poderosos empresarios y políticos. En las 48 horas que duró lo que ella califica como secuestro por policías judiciales poblanos, sufrió torturas y amenazas de muerte.

“Llegó la hora de contarlo todo. Personalmente, cierro un ciclo emocional, pero mi intención también es mostrar una historia universal que han padecido y padecen miles de colegas y mujeres en el mundo entero. Es una función en su memoria, para honrarlas y recordarlas”. explicó así Lydia Cacho a El País su decisión de mostrar por primera vez en un escenario su dolorosa experiencia, en una producción del Teatro Español de Madrid que se representa en las Naves del Matadero desde ayer jueves y hasta el próximo 6 de enero.

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El diario español le dedica una crónica donde documenta que la obra es dirigida por José Martret y el montaje lleva por título “La infamia” y combina el lenguaje teatral con el cinematográfico para trasladar al público en toda su magnitud el horror que vivió la periodista aquellos días. Ella misma ha escrito junto con Martret la adaptación del texto original.

A sus 58 años, Cacho vive exiliada en España desde julio de 2019, después de que unos sicarios entraran en su domicilio, robaran su material periodístico y mataran a sus perritas. Pero se sabe ganadora:

“El mal es inmenso, pero el bien es mayor. Las personas de bien somos más”, asegura Cacho, que vivió en Madrid la detención, el pasado mes de febrero, del exgobernador de Puebla Mario Marín, que fue quien puso en marcha la maquinaria judicial y policial para su detención ilegal y posterior secuestro, así como la protección a la red criminal, formada por los empresarios Kamel Nacif y Jean Succar Kuri, entre otros.

“Lydia Cacho no sale de la sala de ensayos del Matadero. Está ahí, casi agazapada, silenciosa y atenta, escuchando día tras día el texto en el que ha volcado su ingrata experiencia. Ya puede contar su historia sin que le duela, no tiene pesadillas y es capaz de hablar de ello sin dolor. Dice que se asoma ahora a los escenarios tras un proceso emocional e intelectual que ha ido madurando con los años.

“Ya no me considero una víctima, sino una sobreviviente. Hasta ahora, no he estado preparada para ello, porque lo que tenía claro es que quería involucrarme. Para mí es muy importante la perspectiva desde la que se cuente la historia. Yo no soy una heroína de cartón”, dice la periodista en un encuentro después de un ensayo en el que se adivinan ojos llorosos.

La adaptación teatral divide la narración en dos espacios temporales que corren en paralelo: unas escenas ocurren en el presente y otras en el pasado.

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A la izquierda del escenario, una furgoneta destartalada y algo oxidada, sin cristales, ni ruedas, que parece sacada de un deshuesadero, es el lugar donde transcurre el relato del secuestro.

A la derecha, una especie de jaula con barrotes evoca la cárcel donde la periodista estuvo encerrada hasta su liberación dos días después, impulsada por las veloces denuncias públicas de familiares, amigos, colegas e instituciones.

El texto habla del secuestro, pero también es un retrato documental de todo lo que sucedió a partir de que escribió Demonios en el Edén y que una actriz va explicando de cara al público, ayudada con escenas reales que se proyectan en una gran pantalla y que explican todo el proceso de persecuciones y amenazas a las que tuvo que hacer frente la periodista durante años.

Una operadora de cámara sigue muy de cerca a la intérprete, apenas a un metro de ella, para buscar el primer plano y potenciar las emociones que brotan en su rostro.

Las imágenes se proyectan en la pantalla al mismo tiempo que la acción sucede sobre el escenario. Dos actrices se repartirán las funciones en Madrid: Marta Nieto hasta el 2 de enero, fecha en la que será sustituida por Marina Salas.

“Todas somos Lydia Cacho”. Es el sentimiento que ha guiado a Marta Nieto y Marina Salas cuando ponen voz y dan vida a la periodista, pantalones vaqueros, camisa de seda roja y gabardina o chamarra de cuero.

“Es una bajada a los infiernos, es verdad, pero es una historia que arroja mucha luz y esperanza, que rompe una lanza a favor de la vida”, explican casi al unísono. Y repiten: “Todas somos Lydia Cacho”.

La infamia puede abarcar muchos géneros, el documental, el thriller, el teatro de denuncia, pero José Martret, su director, que decidió llevar al escenario esta truculenta y esperanzadora historia tras conocer a la periodista mexicana, prefiere hablar de “teatro de la vida”, explica la crónica periodística.

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“Lydia Cacho es un nuevo referente de valentía, al que no estamos acostumbrados en cine o teatro. Aquí hay una mujer que ha sido capaz de luchar y de sobrevivir. Espero que sea movilizador, en el sentido de que demuestra que sí se puede luchar, de que podemos cambiar la sociedad, de que existen fórmulas para unir fuerzas entre todos.

“Todos nos hemos replanteado muchas cosas tras conocer a Lydia Cacho, a quien el activismo revuelve el cuerpo. Ella sí que nos ha revuelto y espero que al público también. Esto es teatro de la vida, de la emoción y la supervivencia”.

El poblano Mario Marín está preso en Cancún, pero su nombre e imagen llegan hasta los escenarios de Madrid, como un villano de este teatro de la vida.

 

De las anécdotas que se cuentan

 

Seguramente no es una noticia que prenderá el hilo del escándalo en las redes sociales pero que tiene un profundo significado, tanto para el régimen de libertad cada vez más acotado en México, como para las consecuencias que traerá en el mediano plazo.

El Ministerio de Defensa de Israel prohibió en noviembre pasado, la venta de tecnologías cibernéticas con fines de Inteligencia a México.

La decisión de la entidad israelí proviene en buena medida del hartazgo producido en esas oficinas por el escándalo de la firma NSO Group, inventora del software Pegasus, desarrollado para intervenir teléfonos, con propósitos de seguridad pública y nacional.

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Pegasus fue inventado para intervenir comunicaciones de delincuentes, particularmente de alto impacto, pero también para hacer lo propio con enemigos de cualquier régimen.

Conforme fue escalando en éxito de ventas, Pegasus fue avanzando en escándalos, porque rápidamente se hizo un instrumento de persecución.

En cosa de meses, 75 países desarrollaron labores de espionaje a miles de personas que eran o son incómodos para el poder público: políticos opositores, periodistas, investigadores, defensores de derechos humanos y hasta profesores cayeron en las redes intrusivas de Pegasus.

Algunos medios de comunicación encabezados por el New York Times, se dieron a la tarea de mapear, país por país, a los espiados por Pegasus.

Y según sus cuentas finales, la lista es de poco más de 50 mil personas.

La parte más interesante es que hasta Jefes de Estado se espían entre ellos.

Por el momento y como es natural, López Obrador no entiende las consecuencias que vendrán con este veto oficial de Israel.

Poco a poco lo entenderá y seguramente abrirá la puerta a proveedores con enormes márgenes de error y corrupción.

Esta historia apenas comienza.

fcrisanto00@yahoo.com.mx

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Facebook: Fernando Alberto Crisanto

 

Con información de Lo de Hoy Noticias

 

*ARD