Batman vs. Andy

Batman vs. Andy

Del Reportero
Por Fernando A. Crisanto 20 Diciembre, 2024

Nadie lo menciona, pero hay un elefante en la sala e impacta de manera brusquísima a la gobernabilidad del país.

En términos reales, hay dos mandatos simultáneos en México, uno que se ciñe al derecho constitucional y electoral, al tiempo que hay otro que se mueve bajo la lógica priista de hace más de medio siglo y reside en la selva.

El veracruzano Adolfo Ruiz Cortines fue presidente del 1 de diciembre de 1952 al 30 de noviembre de 1958, pero estaba preparando las cosas para ungir a su candidato. Eran muchos los nervios y no se daba por hecho que sería el mexiquense Adolfo López Mateos.

El extraordinario caricaturista, pintor y publicista Abel Quezada, uno de los referentes de la caricatura política, tenía frente a sí el problema de cómo plantear el dilema del presidente para elegir y placear a su sucesor.

Es así, que para narrar el periodo de meditación de Ruiz Cortines que le llevó un largo rato, desde diciembre de 1956 hasta mediados de 1957, al genial Quezada se le ocurrió inventar a un personaje: el Tapado, individuo que sería elegido por otro más, El Gran Dedo.

Más lejos, Quezada inventó al partido que se encargaba de toda la historia, el Partido Tapadista y fue tal el éxito que el caricaturista hizo una especie de encuesta, “¿Quién le gusta para Tapado?” y las respuestas se le enviaban escritas en una cajetilla de cigarros que patrocinaba a Quezada, Elegantes, en un apartado postal de la Ciudad de México. 

Quezada remató sus caricaturas con el “eslogan” del partido que inventó: “Todos somos tapadistas. Que viva el que nos pongan”.

Hoy, el país está envuelto en un dilema exageradamente precoz, si se considera que la doctora Claudia Sheinbaum está forjando el control de las cámaras legislativas. En ese escenario hay que entender que disputas como la de Adán Augusto y Ricardo Monreal no se solucionan por completo en Palacio Nacional.

Una buena parte del tremendo lío que se traen los parlamentarios, uno tabasqueño y otro zacatecano es la intensa velocidad a la que se están dando distintos acontecimientos en torno a la sucesión presidencial de 2030.

Es un secreto a voces que Andrés Manuel López Obrador sigue activo y a distancia. Se están adelantando drásticamente los tiempos y teniendo apenas el control de una parte del Poder Ejecutivo, la doctora no puede zafarse de lo que señala su mentor.

Ya se vio que el control de daños que la doctora establece para sus crisis internas no es el mejor, como ocurrió con la secretaria Alicia Bárcena, tras la boda de un colaborador suyo, a la que ella asistió y que, tras el menjunje mediático, se remedió mal.

En ese tenor, ya se ve con claridad que hay un candidato abierto hacia la Presidencia y otro que cubre las características de Tapado. El primero es Andrés Manuel López Beltrán. El segundo es Omar García Harfuch.

No se trata de que los medios así los vean. Es nítido lo que está ocurriendo y el problema es que Harfuch tiene encima una misión temeraria que cumplir, con toda la fricción y desgaste que entraña para una candidatura presidencial.

“Los puros”, grupo que se cree defensor de las ideas de López Obrador al interior de Morena, tienen clarísimo que López Beltrán debe ser candidato a la Presidencia o en el peor de los casos, a la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México.

En forma natural, Harfuch es el enemigo a vencer. La peor parte del caso es que ni siquiera importa si el súper policía quiere o no pelear. Es el referente obvio de Sheinbaum, quien intentó enviarlo a la Jefatura de Gobierno y no lo consiguió.

En 2024, coincidió con la Operación Enjambre de Harfuch la salida por la puerta de atrás de Paulina Moreno García como secretaria de Finanzas del Estado de México. Moreno García era el enemigo en casa. Dejó sin dinero al gobierno mexiquense, de acuerdo a lo ordenado por su verdadero jefe, Juan Pablo de Botton, leal a Andy López Beltrán.

El control de daños de Sheinbaum no fue lo mejor, de Botton fue enviado como secretario de Administración y Finanzas del Gobierno de la Ciudad de México, por lo que queda claro cómo vendrán las cosas en campañas futuras en la capital.

Tampoco ayuda a la causa de Harfuch lo que cocinan desde adentro dos “puros” con derecho de picaporte a la oficina de Sheinbaum, su coordinador de asesores, Jesús Ramírez Cuevas, y el director del ISSSTE, Martí Batres.

López Beltrán es el verdadero presidente de Morena y apenas justifica sus actividades empresariales como dueño de Chocolatería Rocío, negocio que lleva el nombre de su señora madre, ya fallecida.

Junto a su padre, se fogueó por todo el territorio nacional y en todos los asuntos importantes que tuviera que ver Morena en cuestiones de proselitismo y guerra electoral. Es el verdadero operador del partido en cualquier elección.

Detrás de él, está el escándalo de docenas de contratos que han sido otorgados en forma sesgada: desde el Parque Ecológico Lago de Texcoco y el edificio del Archivo Agrario, a manos de Osterlen Salazar Beltrán, primo de López Beltrán, hasta todo lo imaginable en el Tren Maya, la refinería de Dos Bocas, Petróleos Mexicanos y gobiernos de Morena.

Por supuesto, está el caso de Jorge Amílcar Olán Aparicio, amigo de los hijos del ex presidente López Obrador, con exorbitantes negocios en la construcción del Tren Maya, incluyendo el balasto.

Harfuch tiene sus propios problemas, acaban de asesinar a uno de sus hombres de confianza en Sinaloa, tanto la tirria que le tiene el Cártel Jalisco Nueva Generación y que ya la demostró con un atentado en su contra.

Harfuch tiene que cumplir con su misión como súper secretario y encima lidiar con los tiempos que se están acelerando peligrosamente. Si no cumple las expectativas que su propia jefa alimentó desde el principio o si le siguen tundiendo desde las oficinas de los “puros”, las cosas no funcionarán.

Mientras tanto, la república pide gobernabilidad. ¿Quién la dará?

Mientras tanto, la impronta de Ruiz Cortines y López Mateos han venido a visitarnos.

De las anécdotas que se cuentan

Un colaborador del secretario de Seguridad, Omar García Harfuch, fue asesinado el miércoles en el fraccionamiento Villas del Río, de Culiacán, en lo que se presume como un ataque directo.

"Un ataque directo es cuando se enfrentan y van sobre un vehículo, sobre la persona, sobre el inmueble. En este caso así fue. No se tiene conocimiento de alguna confusión o algún otro aspecto", informó la procuraduría de Sinaloa.

La guerra sigue.

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*ARD

 

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