Las dudas de Nuevo Laredo

Las dudas de Nuevo Laredo

Del reportero
Por Fernando A. Crisanto 30 Marzo, 2022

Era la madrugada del 14 de marzo en la ciudad de Nuevo Laredo, Tamaulipas. Muy poca gente se imaginaba que venían en camino, 38 escaramuzas entre personal de la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA) y una de las facciones más notorias de los Zetas, el Cártel del Noreste (CDN).

Distintos bloqueos con tráileres y camiones ardiendo se darían en la ciudad, sin omitir que algunos grupos de sicarios llegaron a las Unidades Habitacionales de la SEDENA, para agredir a sus moradores, aunque no lograron gran cosa.

Con todo, hubo zonas a las que era preferible no acercarse: Buenavista, Segundo Anillo Periférico, 150 aniversario, Nueva Era, Fresnos, Cavazos Lerma, las inmediaciones de Soriana Carrizo, y el Infonavit Hipódromo, eran zonas de peligro.

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La violencia de estos personajes también se haría sentir en las instalaciones del Consulado de los Estados Unidos, de donde salieron distintas alertas, avisando del riesgo para sus connacionales en aquella zona.

El bloqueo alcanzó a los Puentes Internacionales I y II por espacio de unas cuatro horas. Posteriormente, el Ejército montó guardias especiales para evitar algún atentado en esa zona fronteriza.

No pocas fueron las escuelas que cerraron, considerando el peligro y en otros casos, lisa y llanamente porque los estudiantes no lograron cruzar la zona de guerra.

Sin pensarla, más de un reportero señaló que CDN intentó rescatar a su líder como ocurrió con uno de los “Chapitos” en el tristemente célebre “Culiacanazo”, pero olvidan un detalle: a Treviño no le hablan por su apellido y le ofrecen disculpas cuando le llaman por su mote.

A lo largo del 14 de marzo, se darían distintos encontronazos entre las Fuerzas Federales y aquella organización en la que anidó la familia Treviño, una de las integrantes de la segunda generación de los Zetas, que se caracterizó por tener muy pocos exmiembros de los grupos élite del Ejército Mexicano.

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Todo lo anterior fue el marco de una operación conjunta entre el Ejército y el Centro Nacional de Inteligencia (CNI), sin omitir la presencia casi testimonial de la Fiscalía General de la República (FGR): capturar a Juan Gerardo Treviño Chávez, “El huevo”, líder de CDN.

La detención de Treviño alcanzó para que de ella se colgara el gobernador de Tamaulipas, Francisco Cabeza de Vaca, quien envió mensajes de Twitter, dando a entender que su gobierno había participado en la captura, pero era evidente que había sido una operación coordinada desde la Defensa Nacional con la Fiscalía federal apenas funcionando como participante de los trámites.

Treviño tenía tres órdenes de aprehensión: una, en Tamaulipas por extorsión y asociación delictuosa, otra, en Coahuila por homicidio doloso y terrorismo; y, otra más, federal, con fines de extradición por conspiración por tráfico de drogas y lavado de dinero, que al final fue la que se aplicó para llevarlo en un suspiro a Estados Unidos.

Hasta aquí, los especialistas no regatearon el trabajo militar para detener a Treviño. Adonde no pocos sonríen es en el territorio de las declaraciones de Marcelo Ebrard, dándole una relevancia casi planetaria a la captura, algo poco creíble.

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Los expertos señalan que, efectivamente, Treviño era el líder de CDN pero de ahí a considerar que sea responsable de la generación de la violencia en buena parte del país, hay un horizonte de diferencia.

Que se le quiera dar la misma relevancia a la captura de Treviño respecto a la de un hijo de Joaquín Guzmán, solo hace sonreír a los expertos y se preguntan qué necesidad tiene Ebrard de encender incienso a la captura en Nuevo Laredo.

Como se sabe, CDN y Zetas Vieja Escuela (ZVE) son las facciones más grandes de los Zetas, en la era posterior a Heriberto Lazcano, indudable barón de la segunda generación.

Detrás de estos grupos se encuentra Sangre Nueva Zeta, organización incubada en Puebla, particularmente en el Triángulo Rojo.

El mérito por el que Treviño alcanzó la cumbre de CDN es estrictamente de apellido: el joven delincuente es sobrino de Miguel Ángel Treviño Morales, “Z-40”.

Más allá de la actuación valiente de los militares, dicen los que saben que Treviño no cayó por un seguimiento minucioso, sino por una delación cortesía de José Rodolfo Villareal Hernández, “El gato”, líder de una célula de la organización Beltrán Leyva.

El motivo es de negocios, ambos se peleaban por quedarse con la zona metropolitana de Monterrey y Villarreal era demasiado pequeño para enfrentar a la maquinaria bélica de los Zetas, por lo que decidió señalar adonde se encontraba su principal oponente.

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Conforme fue avanzando la mañana del 14 de marzo, apareció otra versión, que, en realidad fue una casualidad la detención de Treviño, porque se desplazaba en un convoy por la colonia Hidalgo y se negó a identificarse, algo extraño en el menor de los casos. ¿Acaso era la primera vez que circulaba de madrugada frente a los militares? Suena poco probable.

Lo único que sí queda claro es que, tras comprobar que efectivamente el detenido era el líder de CDN, lo llevaron a un punto de Coahuila para alejarlo de la zona donde podría intentarse su rescate y después, lo trasladaron a la Ciudad de México.

De la capital del país fue enviado directamente a un punto no determinado de la frontera con Estados Unidos, adonde un grupo de Fuerzas Especiales y agentes del gobierno vecino lo recibieron de inmediato. Quedó conjurado el peligro.

El líder de los célebres sicarios “La Tropa del Infierno” había llegado al final de su carrera delictiva; sin embargo, CDN sigue funcionando, como no podría ser de otra manera.

Lo que viene. Frente a la caída de Treviño, caben tres escenarios con respecto a los Zetas y sus grupos internos:

1.-El primer escenario es que se dé una lucha para que, de los liderazgos intermedios de CDN aparezca un nuevo mando. Es lo más probable, pero depende por entero de los arreglos que se den para preservar la existencia de este grupo y no producir una diáspora de asesinos y toda clase de delincuentes.

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2.-El segundo escenario es que uno de los liderazgos que se mantienen intocados, intente hacerse de CDN; es decir, Zetas Vieja Escuela y Sangre Nueva Zeta. También es probable, pero lo que sí es un hecho es que las dos facciones de referencia se quedarán con los servicios de algunos integrantes de CDN, inconformidad de por medio, considerando la llegada del nuevo dirigente.

3.-Y, el tercer escenario es una fusión entre CDN y alguno de los bloques dominantes del cártel de Sinaloa; es decir, “Los Chapitos” y el de Ismael Zambada. No sería raro, aunque seguramente temporal, considerando la volcánica personalidad de los involucrados.

Con todo, siempre será menester el considerar que el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) quisiera acercarse a los grupos dominantes que operan detrás de CDN e intentar alguna asociación.

Es de entenderse que CJNG se acercará a CDN con su eterna lógica. Trabajo, hay; lo que no hay es reparto equitativo de utilidades. Es la ideología de Nemesio Oseguera y difícilmente podrá eliminarse de la praxis de Jalisco.

Como sea, no hay que perder de vista lo que ocurra en Nuevo Laredo, porque tendrá repercusiones en Puebla.

Y si no, ahí está Sangre Nueva Zeta para confirmarlo.

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*ARD