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Por 3 Marzo, 2021En los círculos de Seguridad Pública del país suena insistentemente desde la semana pasada que se irá de Puebla quien ocupa, desde hace unos meses, el cargo de secretario de Seguridad Pública, el abogado Raciel López.
Protegido, encubierto, arropado por el senador chiapaneco Manuel Velasco, llegó de su mano para ponerse a las órdenes de Julio Scherer Ibarra, Consejero Jurídico del Presidente Andrés Manuel López Obrador.
El plan estaba hecho. Raciel López llegaría a Puebla para un cargo clave, al que la mayoría de los marinos que estuvieron antes, le habían dado decoro.
Scherer Ibarra, un hombre rotundamente informado, lo saludó y le dijo que esperara afuera. Velasco pasó a la oficina y solícito puso a las órdenes de su “padrino”, a un personaje perseguido por toda clase de sombras, alguien que se quería parecer a Javier Coello Trejo, pero sin la “túnica de Cristo encima” que presumía el litigante por su relación con Carlos Salinas de Gortari.
Raciel López llegó a Puebla y comenzó a despachar instalado en el feudalismo, dejando con un palmo de narices a los legisladores locales, enviándolos a que fueran atendidos por sus subordinados.
Sintiéndose firme, impuso a docenas de personas que llegaron desde Chiapas, quienes ni siquiera conocían la ciudad de Puebla y se aconsejaban unos a otros para entender las cosas más sencillas, comenzando por su vivienda y el transporte.
Fuentes al interior del C5 y del Secretariado Ejecutivo del Sistema Estatal de Seguridad Pública, asumieron que muchas de esas personas llegaron porque “eran órdenes”; habían dejado empleos y familia en Tuxtla Gutiérrez y otros municipios chiapanecos, pero se movieron en bloque porque se los ordenaron.
Más allá de que casi la totalidad de estas personas andaba perdida en la capital poblana, había algo muy grave, su desconocimiento absoluto del estado. Al interior de Seguridad Pública, unos días antes del arribo de Raciel López, otro personaje llegó, pero de Veracruz, invitado por Casa Aguayo.
Este personaje tenía una estupenda posición en el estado vecino y también le soltaron la especie de que “todo está arreglado” y que cumpliera las órdenes. Conforme el paso del tiempo, considerando que éste personaje avecindado en Veracruz se había criado en Puebla, se volvió la brújula de los chiapanecos.
De todos modos, no funcionó, si bien es cierto que hubo una disminución en ciertos delitos, los especialistas señalan que ni en las peores épocas del pasado, se habían dado las ejecuciones, desmembramientos y levantones por parte de los cárteles en Puebla.
Uno de los expertos en el tema lo especificó con claridad, al explicar “alguien está limpiando la plaza”.
La opacidad en la compra de uniformes para la policía auxiliar, los escándalos mayúsculos de personajes impresentables metidos a funciones de dirección en penales y policías municipales, la creación en masa de “chalecos” para perseguir sombras, el cobro en dos plazas, el extorsionar ciudadanos en tramos carreteros, son apenas una porción minúscula de lo que parece será pronto una herencia ominosa.
Quedan docenas de chiapanecos a lo largo y ancho de Seguridad Pública Estatal, en penales y policías municipales, entre otras dependencias. Abominan a los poblanos y los tratan con la punta del pie. Sin aura protectora, pueden quedar al garete.
El estado de Puebla requiere de especialistas en el combate a la delincuencia común y organizada, además de cortar con esa lógica estéril del cortoplacismo.
Aseguran fuentes bien informadas que será una mujer altamente calificada la sustituta del abogado López.
Dos mil veintiuno viene con signos ominosos en materia presupuestal para la seguridad desde la lógica miope de la Federación.
Los recursos que se tienen, tendrán que aplicarse inteligentemente, combatiendo criminales, pero también sin olvidar a los policías, a los que andan en las calles y en los operativos, sin más protección que su fe.
El policía de a pie, conocedor de la vida, por algo volteó a buscar a otro interlocutor que no fuera Raciel López, para pedirle cosas lógicas y sensatas, como tener un mejor ingreso que llevar a sus casas, mientras los uniformados se enfrentan a enemigos formidables en la delincuencia de alto impacto, el COVID-19 y su propia pobreza. Este era el síntoma que debería tomarse en cuenta y entender por qué buscaron a alguien más con quien hablar.
Afirman que será breve la etapa, pero si es así dejará sobre la mesa el inocultable avance de la delincuencia organizada en el estado de Puebla, mientras los supuestos encargados de su combate, recibían tratamientos alternativos y comodidades que sólo tienen como posibilidades de explicación, la corrupción y la opacidad.
Si sucede el cambio, se espera que los encargados de dirigir la Seguridad tengan el arrojo y la inteligencia para combatir los retos que tienen por delante.
De las anécdotas que se cuentan
Dicen los que saben que Carlos Salinas de Gortari envió hace unos días un mensaje a Palacio Nacional.
Deseaba que supieran, donde deben, que su nombre también es marca registrada por lo que usarlo irresponsablemente en una campaña tendría consecuencias.
Lo más delicado es que advirtió al ocupante de la oficina principal de Palacio que cuenta con más videos de Pío López Obrador recibiendo aportaciones privadas, para el movimiento de su hermano y Salinas de Gortari no es Peña Nieto, por si no lo sabían.
Temas que se escuchan en las grandes ligas de la política mexicana.
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