Pruebas inéditas vinculan al Ejército con el Cártel Guerreros Unidos en el caso Ayotzinapa

Pruebas inéditas vinculan al Ejército con el Cártel Guerreros Unidos en el caso Ayotzinapa

Las pruebas incluyen la presidencia de militares en lugares y momentos clave de la noche de la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa
Por Redacción 16 Octubre, 2024

Nuevas evidencias apuntan a la posible participación del Ejército en la desaparición de los 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa. Estas pruebas incluyen la presencia de militares en lugares y momentos clave durante la noche del 26 de septiembre de 2014 y escuchas inéditas que vinculan a un capitán del Ejército con el cártel Guerreros Unidos. El acceso a esta información fue obtenido por Animal Político a partir de una revisión de las carpetas de investigación de la Unidad Especial de Investigación y Litigación para el Caso Ayotzinapa (UEILCA) de la Fiscalía General de la República (FGR).

Las escuchas, conocidas como “Escuchas de Chicago”, fueron entregadas por la DEA al expresidente Andrés Manuel López Obrador en 2021, tras una solicitud directa del mandatario a la vicepresidenta Kamala Harris. Estas comunicaciones, que incluyen mensajes de texto de miembros del cártel, provienen de una investigación sobre el tráfico de drogas desde Iguala a Chicago entre 2013 y 2014.

La revelación de estas evidencias se produce después de que López Obrador informara a los padres de los desaparecidos que no se había encontrado "absolutamente nada" que vinculara al Ejército con la desaparición. En 2014, el Ejército tenía una fuerte presencia en Iguala, operando desde el 27 Batallón de Infantería y controlando un centro de monitoreo de emergencias. Además, se menciona la existencia de un centro de espionaje ilegal dotado con el malware Pegasus.

Dentro de la investigación, se ha señalado que el Ejército contaba con infiltrados en la Escuela Normal “Raúl Isidro Burgos” de Ayotzinapa, que se hacían pasar por estudiantes. Uno de ellos, Julio César López Patolzin, es uno de los 43 desaparecidos, a pesar de las afirmaciones del presidente.

Las escuchas también revelan la relación entre el cártel Guerreros Unidos y el Ejército, que incluía desde la dotación de armas hasta apoyo logístico, lo que sugiere un vínculo preocupante entre las fuerzas armadas y el crimen organizado.

La noche de Iguala

9:15 -9:30 PM – 26 de septiembre de 2014

En la noche del 26 de septiembre, alrededor de 80 estudiantes de la Escuela Normal Rural Isidro Burgos de Ayotzinapa abordaron cinco autobuses comerciales con destino a la Ciudad de México, donde planeaban participar en la marcha anual del 2 de octubre en homenaje a los estudiantes asesinados y desaparecidos en 1968. Esa misma noche, a las 9:20 pm, los normalistas desconocían que uno o más de los autobuses que habían tomado transportaban heroína perteneciente al cártel Guerreros Unidos. Esta situación activó rápidamente una alerta dentro del cártel, y la respuesta para detener a los estudiantes fue violenta y coordinada con las autoridades.

Según Forensic Architecture, cuatro de los cinco autobuses tomados se dirigieron al norte de Iguala. A las 9:30 pm, a pocas cuadras de la estación y del Pelotón de Información, un policía de Iguala trató de bloquear el paso de los cuatro autobuses, disparando al aire para intimidarlos. Tras los disparos, el autobús Estrella de Oro 1531 se desvió hacia el este de la ciudad, permitiendo que los demás continuaran hacia el norte. Sin embargo, pocos metros después, en la calle Juan Álvarez, a las 9:40 pm, tres autobuses fueron detenidos nuevamente por policías municipales de Iguala y Cocula, quienes comenzaron a rafaguearlos durante varios minutos, hiriendo a dos estudiantes en el acto. Ninguno de los normalistas estaba armado.

El Estrella de Oro 1531

9:40 PM

Mientras tanto, el bus 1531 que tomó camino al Este fue interceptado a la misma hora, 9:40 pm, sobre la carretera Chilpancingo-Taxco por cuatro patrullas de la policía de Iguala justo debajo de un puente ubicado frente al Palacio de Justicia.

El chofer de ese autobús registrado con la identidad clave de “GJR”, dijo en su declaración ministerial del 8 de abril de 2015, a la que Animal Político tuvo acceso, que a la altura del Palacio de Justicia patrullas le bloquearon el camino.

“Aproximadamente veinte policías se bajaron de la patrulla, la mayoría encapuchados, se escuchaban detonaciones y, me poncharon las llantas con navajas y gritaron y dijeron “LOS VAMOS A MATAR A TODOS” y se me acercó un policía encapuchado y me dijo “HASTA A TI TAMBIÉN HIJO DE LA CHINGADA” y me puso la pistola en el pecho por la ventanilla, y dijo “ABRE LA PUERTA” y les abría la puerta y los mismos estudiantes la cerraban … los policías comenzaron a arrancar ramas de los árboles del boulevard y con esas ramas rompieron las ventanillas y los faros del autobús y rompieron la ventanilla de la puerta de servicio con piedras, de hecho con la piedra que rompieron la ventanilla me pego en la cadera, y los estudiantes decían que quien tuviera celular con cámara grabara lo que estaba pasando”.

Ayotzinapa

Los policías comenzaron a rociar a los estudiantes y al chofer con gas pimienta hasta que desesperado el conductor decidió lanzarse por la ventana. “…al tiempo de caer abajo me empezaron a golpear los policías, y yo les decía que era el conductor del autobús y aun así me siguieron pegando hasta que uno de ellos les dijo que ya me dejaran, entre todos me agarraron de la camisa y me arrastraron, me llevaron a una patrulla, de la cual no vi su número ya que estaba muy oscuro, me colocaron en la parte de atrás con un policía custodiándome”.

Mientras los oficiales entraban al bus, el chofer escuchó desde el interior del camión a un estudiante exclamar: “¡ya me chingaron!” y luego el sonido de un balazo “por lo que supongo que un policía le dio un tiro”, dijo el conductor.

Los alumnos fueron arrastrados fuera del autobús y tendidos sobre la calle mientras continuaban azotándoles la cabeza con palos. Cerca de 12 y 14 estudiantes malheridos comenzaron a ser subidos a las bateas de las patrullas sin que cupieran todos, recuerda el chofer. Así que estudiantes y policías esperaron por casi 50 minutos la llegada de policías del municipio vecino de Huitzuco para seguir subiendo jóvenes.

“Desde la patrulla pude observar cómo iban bajando poco a poco a los estudiantes y, los estaban golpeando brutalmente con unos palos en la cabeza, y los que podían caminar los subían a la patrulla y los que no podían caminar entre dos policías los arrastraban y los aventaban a las patrullas, uno de los policías le dijo a otro, ya no caben en la patrulla y el otro dijo “NO IMPORTA, AHORITA VIENEN LOS DE HUITZUCO”, declaró el chofer con clave GJR.

El Ejército sabía

9:53 PM

Minutos después del ataque a los cuatro autobuses, una serie de alarmantes llamadas telefónicas llegó al C-4, informando sobre la situación. La bitácora de llamadas de la noche del 26 de septiembre, que Animal Político publica por primera vez y que proviene del Reporte 2683889 firmado por el teniente coronel Octavio Othon López Pérez, indica que durante 17 minutos tanto el Ejército como los empleados de ese centro conocieron en tiempo real lo que estaba ocurriendo con los estudiantes en la calle Juan N. Álvarez, sin que enviaran personal militar. Es decir, optaron por no actuar.

A las 9:53 pm, la operadora Yolanda del C-4 recibió una llamada solicitando una ambulancia para un joven herido por disparos. La llamada provenía de la escena del crimen, donde los tres autobuses detenidos en Juan N. Álvarez habían sido atacados. Un minuto después, Yolanda recibió otro reporte que pedía rapidez en la asistencia, mencionando que se escuchaban detonaciones de armas de fuego.

Pocos segundos antes de las 10 pm, una llamada aún más alarmante llegó al C-4. “Le acaban de disparar a una persona y tiene una herida en la cabeza”, decía el reporte, solicitando que se pasara la información a la policía, apenas un minuto después de la anterior.

La súplica parecía irreal, ya que la corporación policial que solicitaban era precisamente la misma que estaba disparando contra ellos.

Eduardo Mota Esquivel

10:15 PM 

El soldado de infantería y miembro del Pelotón de Información, Eduardo Mota Esquivel, recibió instrucciones de su superior, el teniente Joel Gálvez Santos, para que se dirigiera a la carretera hacia Chilpancingo, donde se encontraba el autobús Estrella de Oro 1531, con el fin de verificar un “autobús abandonado que aparentemente tenía estudiantes”, según su declaración ministerial del 3 de diciembre de 2014.

Vestido de civil, tomó su motocicleta personal y se dirigió solo al Palacio de Justicia. Al llegar, notó que el autobús de Estrella de Oro estaba rodeado inicialmente por cinco patrullas. Mota Esquivel afirmó que se encontraba de incógnito para evitar ser descubierto y observó que los estudiantes se comportaban “agresivos”, aunque aseguró no haber escuchado disparos ni presenciado que los policías dispararan, lo cual contrasta con lo que dijo el chofer.

Según el militar, el ambiente era pacífico; no había gas pimienta ni golpes en la cabeza. En su declaración, Mota Esquivel mencionó que vio a algunos estudiantes bajar del autobús y decidió tomar cuatro fotografías con su celular. Sin embargo, se sintió sorprendido por los policías municipales que rodeaban el autobús, por lo que optó por esconderse entre la maleza y dejó su motocicleta oculta entre los arbustos para escapar del lugar. Indicó que regresó caminando al 27 Batallón de Infantería, que estaba a casi tres kilómetros o a 50 minutos a pie. El soldado argumentó que, después de ser descubierto, no pudo ver a dónde se dirigieron las patrullas con los estudiantes desaparecidos. Sin embargo, su decisión de retirarse contradecía sus funciones como OBI, que consistían en “recabar información” en cualquier situación.

Ayotzinapa

10:30 PM 

A las 10:30 pm, después de esperar 50 minutos a que llegaran los refuerzos policiacos del municipio de Huitzuco, el resto de estudiantes malheridos del camión Estrella de Oro 1531 fueron subidos a las bateas de esas patrullas y llevados a Huitzuco, según observó el chofer. 

“En ese momento me pude percatar que llegaron más patrullas, las cuales eran de color azul con blanco y, subieron a los demás estudiantes, de ahí yo vi que se fueron rumbo a Huitzuco”, declaró, “a mí me llevaron a una casa de dos pisos de color blanco con portón negro, que se encontraba a quince minutos de donde me agarraron siendo en el centro, al llegar al lugar me sentaron entre dos policías encapuchados, y salió un señor con camisa blanca y pantalón negro, el cual se veía con el cuerpo de una persona que hace ejercicio, tenía una voz con acento de la zona, gruesa, de aproximadamente cuarenta años y, dijo el señor pues llévenselo también ya saben a dónde, y se fue caminando hacia su camioneta, la cual no pude ver bien y, les grito “DEJENLO QUE SE LARGUE”, y me dijeron los policías “YA OISTE CABRÓN, PELATE”, por lo cual me eché a correr sin saber a donde”.

11:00 PM

Luego de caminar por 50 minutos, Mota Esquivel llegó al 27 Batallón y le reportó lo visto a su teniente Gálvez Santos, según su ampliación de declaración ministerial en junio de 2016, de modo que también aprovechó para decirle a su superior que su moto particular se había quedado en medio de la maleza a unos metros del bus 1531. 

11:10 PM

Antes de la medianoche, los normalistas del bus 1531 habían sido retirados del Palacio de Justicia sin saber su paradero. 

Sin embargo, las nuevas pruebas obtenidas por el Animal Político confirman que Mota Esquivel mintió en sus declaraciones. De acuerdo con la geolocalización de su teléfono celular, el militar se conectó a la antena Margaritas-Palacio de Justicia, ubicada en las inmediaciones del autobús Estrella de Oro 1531 entre las 9:59 PM y 11:28 PM. Eso quiere decir que estuvo durante una hora y media en el lugar, justo en el momento en el que el chofer y los estudiantes de ese bus fueron golpeados, baleados, subidos a patrullas y llevados a lugares hasta hoy desconocidos. Mota Esquivel no hizo nada de lo que dijo en su declaración ministerial y hasta la fecha ha preferido callar.

Testigo clave

Según un testimonio recientemente obtenido en la carpeta de investigación de la FGR, al que tuvo acceso Animal Político, un testigo que se presentó en el juzgado dentro de las instalaciones de la Policía de Iguala vio en la pantalla de uno de los guardias una imagen de varios estudiantes sentados en el patio de la corporación, aunque no pudo recordar la hora en que ocurrió. La Unidad Especial de Investigación y Litigación para el Caso Ayotzinapa de la FGR está indagando si algunos de los normalistas fueron llevados a este lugar para ser entregados a Guerreros Unidos.

José Rodríguez Pérez, el coronel de Infantería

12:00 AM

Cerca de la medianoche, José Rodríguez Pérez, la máxima autoridad militar en Iguala, ya contaba con suficiente información sobre la situación de los normalistas. Según su ampliación de declaración ministerial de 2017, Rodríguez admitió que había personal militar bajo su mando en el C-4, y que dos OBIs le informaron a las 10 PM sobre un estudiante herido por disparos en Juan N. Álvarez y sobre las detonaciones en el centro de Iguala. También reconoció estar al tanto de la detención del autobús 1531 y justificó su inacción al decir que sus subalternos le reportaron que “no habían observado ningún delito”, que “los estudiantes estaban causando disturbios” y que las autoridades municipales “estaban cumpliendo con sus funciones”. A pesar de recibir reportes del C-4 sobre el estudiante herido, afirmó no tener conocimiento de disparos.

Su rango le daba la autoridad para tomar decisiones, pero esa noche decidió no salir del 27 Batallón desde las 8 PM del 26 de septiembre hasta las 3 AM del 27, a pesar de la grave situación en Iguala. A medianoche, solo ordenó que el grupo “Fuerza de Reacción” realizara recorridos por Iguala y buscara la motocicleta de Mota Esquivel.

Este relato fue respaldado por el exsecretario de la Defensa Nacional, Salvador Cienfuegos Zepeda, quien afirmó que los militares permanecieron acuartelados y que la única información que recibieron sobre el ataque a los estudiantes fue una llamada del entonces secretario de Seguridad Pública de Iguala, Felipe Flores Velázquez, quien dijo tener “todo controlado” y que no había disparos. Destacar la ausencia de detonaciones era crucial para los militares, según las declaraciones revisadas para este reportaje.

Se dice que el coronel Rodríguez Pérez regresó a dormir para despertarse con la noticia del ataque. Cienfuegos Zepeda también apoyó esta versión en una entrevista televisiva, indicando que la Fuerza de Reacción “regresó alrededor de las diez y media de la noche” al 27 Batallón, después de atender un accidente en la carretera de Iguala por la mañana, y agregó que “no hubo ninguna omisión, ni acción en contra de nadie”.

Ayotzinapa

Sin embargo, Rodríguez Pérez, al igual que Mota Esquivel y el exsecretario de la Defensa Nacional, mintió. Contrario a lo que declaró, esa noche sí salió del 27 Batallón. La evidencia a la que tuvo acceso Animal Político muestra que su teléfono estuvo conectado a la antena telefónica Nicolás Bravo entre las 10:26 PM y las 10:27 PM, ubicada en el centro de Iguala. Esto indica que la máxima autoridad militar en Iguala estuvo presente cerca de los hechos, ya que la antena está a seis cuadras de las instalaciones de la policía y a 14 de los tres autobuses en Juan N. Álvarez, pocos minutos después de que fueran baleados.

Actualmente, Rodríguez Pérez enfrenta un proceso penal por delincuencia organizada, y uno de los elementos más relevantes en su contra es el seguimiento de su celular, así como su omisión de informar en documentos y declaraciones ministeriales que estaba al tanto de la balacera contra el convoy de buses en la calle Juan N. Álvarez desde las 9:48 PM, según una de las carpetas de investigación.

José Martínez Crespo, el capitán OBI

12:30 AM – 27 de septiembre de 2014

A medianoche del 27 de septiembre, el capitán segundo de infantería, José Martínez Crespo salió del 27 Batallón con el grupo “Fuerza de Reacción”, integrado por dos camionetas y catorce elementos de guardia, entre los que iba Mota Esquivel. De acuerdo con la declaración de Martínez Crespo presentada ante la extinta PGR el 14 de octubre de 2014, el coronel Rodríguez Pérez le indicó hacer “patrullamientos” o recorridos en Iguala luego del reporte que Mota Esquivel dio al regresar caminando al Batallón. Le dieron “la orden de no confrontar al personal de estudiantes” y recuperar la moto que su compañero había olvidado en las inmediaciones del Palacio de Justicia. Según su versión, la prioridad era esclarecer el paradero de la motocicleta más que investigar el caso de los estudiantes. 

Los testimonios de varios de los militares del grupo de Fuerza de Reacción que abandonaron el 27 Batallón esa noche no coinciden sobre la razón de su salida. La primera declaración ministerial de Mota Esquivel solo menciona que salió a patrullar, pero es hasta la ampliación de su declaración, 10 meses después, que sostiene que salió “a patrullas y a recuperar mi motoneta”.

12:40 AM

Según Martínez Crespo a las 12:40 am tomó dirección al Palacio de Justicia y pudo percatarse que el camión Estrella de Oro 1531 aún estaba ahí “con vestigios de haber sido apedreado, con las llantas ponchadas, con las ventanas rotas, sin ninguna persona a bordo y el servicio de grúas “nava” realizando maniobras para remolcarlo”. Esperó 10 minutos hasta que retirarán el bus y continuó su “patrullamiento” en búsqueda de la moto, misma que no encontraron en la maleza, donde fue presuntamente abandonada, de acuerdo con su declaración ministerial ampliada.

Es así que los 15 elementos de la Fuerza de Reacción se habrían dirigido a las instalaciones de la Policía Municipal a buscarla. Al llegar, Mota Esquivel no se bajó a rastrear su propia moto, sino que lo hicieron sus superiores Martínez Crespo en compañía del subteniente Fabián Alejandro Pirita Ochoa, quienes después de cinco minutos regresaron diciendo que tampoco se hallaba ahí.

Aquella visita a la corporación policiaca no parecía tener como fin buscar una moto, por eso los fiscales que interrogaron a esos militares les preguntaron si su presencia en las instalaciones había sido para verificar si ahí estaban los estudiantes, lo cual negaron rotundamente. Según el Ejército su intención siempre fue preguntar por la motocicleta.

Ayotzinapa

Posteriormente se movilizaron al Hospital Cristina.

1:00 AM

A primera hora del 27 de septiembre, sobrevivientes de los tres buses rafageados en la calle Juan N Álvarez llegaron al Hospital Cristina. Edgar Andrés Vargas era uno de ellos, que sangraba profusamente de la boca luego de que una bala le destrozara el paladar.

Diez minutos después llegaron Martínez Crespo y Mota Esquivel a brindar atención a cerca de 20 normalistas, quienes al verlos presuntamente les ofrecieron ayuda llamando a ambulancias y tratándolos con “respeto”, según los militares.

Sin embargo la versión de los estudiantes es diametralmente contraria. Un alumno sobreviviente dijo que los militares los amenazaron con armas, y Martínez Crespo les espetó “¡Que los iba a entregar a los municipales! ¡Que así como tenían huevos para hacer su desmadre, los tuvieran para enfrentar a esa gente!”. Mota Esquivel volvió a sacar su celular y tomó dos fotografías a los jóvenes heridos, como él declaró. El alumno Andrés Vargas sostiene que no recibió ayuda médica por parte de los militares, sino que tuvo que salir huyendo ante el temor de sus amenazas.

Lo cierto es que la Fuerza de Reacción estuvo en los escenarios principales donde ocurrieron los hechos previamente reportados en el C-4 y nunca “encontraron una anomalía” contras los estudiantes.

Martínez Crespo y las Escuchas de Chicago

La implicación del capitán Martínez Crespo no solo se restringe a su inacción en la desaparición de los 43 estudiantes, sino que gracias a la última entrega de las “Escuchas de Chicago” dadas a la fiscalía en junio de 2022 y a las que Animal Político accedió, se obtuvieron dos fragmentos en los que presuntamente se vincula al cártel Guerreros Unidos con el militar.

En la primera transcripción fechada el 1 de abril de 2014, el lugarteniente del cártel en Iguala, Arturo Martínez le pregunta a Pablo Vega sobre la relación de Martínez Crespo con la organización.

¿Usted sabe su nombre completo, de Crespo?”, le pregunta Martínez y antes de que conteste Vega, le envía dos mensajes más. “El militar, porque dicen que ya lo cambiaron el que estaba aquí en mi pueblo, y el que llegó, dicen que es a toda madre. Primo, ¿no sabe?”. A lo que el líder contesta con una simple y determinante respuesta: “Sí, es amigo”.

En otra comunicación, el capo de Guerreros Unidos conversa con una persona identificada como “Jaguar”, sobre un malentendido en el que creen el “Capi del 27 (Batallón) va a ser detenido, pero se consuelan al saber que no se trata de “el compa del 27 Batallón”.

Martínez Crespo actualmente se encuentra procesado por vínculos con la delincuencia organizada y desaparición forzada.

El presidente y los militares

La defensa de los militares del 27 Batallón ha recibido apoyo no solo del exsecretario Cienfuegos Zepeda, quien estuvo al frente de la Sedena en 2014 y promovió a Rodríguez Pérez de coronel a general un año después de la desaparición de los estudiantes, sino también del exsecretario Luis Cresencio Sandoval González. Este último defendió a Martínez Crespo ante López Obrador, describiéndolo como un “hombre institucional” en un documento filtrado por Guacamaya Leaks.

Ayotzinapa

Sin embargo, las “Escuchas de Chicago” llevaron a López Obrador a modificar su postura, reconociendo en su informe más reciente que “algunos miembros del Ejército Mexicano” están implicados en la desaparición. A pesar de ello, sostuvo que esto no afecta la imagen de la institución en su conjunto. Las fuerzas armadas operan bajo una cadena de mando y subordinación claramente definida en la Ley Orgánica del Ejército y Fuerza Aérea Mexicanos.

Aun así, el expresidente, hasta sus últimos días en el cargo, afirmó que las Fuerzas Armadas enfrentan una “campaña de desprestigio” y acusaciones “sin fundamento”. “El señalamiento al Ejército, sin pruebas, me genera mucha desconfianza y creo que podría deberse a un deseo de venganza de individuos o entidades extranjeras para debilitar una institución clave del Estado mexicano”, señaló en su último informe dirigido a los padres de los normalistas.

“Se podría acusar de omisión a los militares que estaban al tanto de actos de violencia en Iguala y, sin embargo, no intervinieron para evitar abusos de autoridad y salvar a los jóvenes; sin embargo, hasta ahora no se ha hallado evidencia de su participación directa en este crimen”.

Los padres y representantes de los desaparecidos reprocharon a López Obrador haber creado “otra verdad histórica”. Actualmente, la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo ha prometido que su gobierno trabajará “para alcanzar la verdad” en el caso Ayotzinapa, un compromiso que no fue cumplido por su predecesor y que los padres y madres de los normalistas desaparecidos esperan que se haga realidad.

Con información de ANIMAL POLÍTICO

*ARD

 

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