Sonríe y tu cerebro obedecerá
Por 13 Agosto, 2025Al sonreír, no solo se mueven músculos: se activa un laboratorio químico dentro de la cabeza. La felicidad no es un estado abstracto; es el resultado de una coreografía precisa entre neurotransmisores y zonas cerebrales.
Al sentir alegría —ya sea por un logro, un abrazo o una broma— el sistema límbico se enciende, especialmente la amígdala, el hipocampo y el corte prefrontal. Estos centros regulan las emociones, la memoria y la toma de decisiones. De inmediato, se liberan químicos que cambian cómo percibir el mundo:
- Dopamina: la “molécula de la recompensa”, que impulsa a repetir lo que nos hace sentir bien.
- Serotonina: estabiliza el ánimo y reduce la ansiedad.
- Endorfinas: actúan como analgésicos naturales y generan esa sensación de bienestar relajado.
- Oxitocina: la “hormona del vínculo”, que fortalece la conexión social.
En su libro Un clavado a tu cerebro (2024), Eduardo Calixto explica que el cerebro humano tiende a ser feliz, lo promueve constantemente, aunque existen más elementos para estar triste, la naturaleza de la corteza cerebral busca elementos para tranquilizarse y sentir que no todo está mal.
Calixto, doctor en neurociencias y médico cirujano por la UNAM, expone que la risa en el cerebro como respuesta social aparece cerca del tercer mes de vida y no desaparece jamás. Un estudio de la Universidad de Ontario reporta que los adultos nos reímos en promedio 18 veces al día, los niños suelen reír de tres a cinco veces más. La fonética de la risa es universal, en todas las culturas se acepta el mismo lenguaje de una risa.
La risa es una excelente forma de convivencia en casi cualquier contexto, porque nos permite cercanía con las personas, es una especie de antesala a la confianza y a la amistad.
En México acostumbramos reírnos de asociaciones absurdas y utilizamos el doble sentido, nuestros albures son auténticas joyas del lenguaje y creatividad, puesto que el juego de palabras debe ser exacto y al mismo tiempo jugar con temas sexuales, sin ser vulgares. Mientras que los estadounidenses mantienen un humor más ácido e irónico, con relación a los ingleses, quienes ríen más con la autocrítica.
El efecto de una risa se valora más por la noche y en los días cercanos al fin de semana o durante las vacaciones.
El humor radica en el análisis, en la proyección y la burla de lo cotidiano, solo el 11% de lo que nos reímos es por un concepto nuevo, en promedio el 70% de las bromas, anécdotas o chistes son parodias sobre lo que realizamos todos los días. Puesto que al sonreír utilizamos las regiones de la memoria.
Anatomía de la risa
Eduardo Calixto explica la ruta anatómica de la risa en el cerebro. Una broma inicia en el lóbulo parietal y después emigra para activar los lóbulos temporales, en especial del lado izquierdo.
Inmediatamente después de un chiste, el lado izquierdo (área de Wernicke) informa al hipocampo para expandir la comunicación a los ganglios basales y a la amígdala cerebral. Si la broma es buena, una vez valorada por el sistema límbico, el área tegmental ventral (ATV) y el accumbens, se informa que es gratificante: se libera dopamina.
El giro del cíngulo o corteza cingulada evalúa información y la ínsula aprecia la originalidad. La risa genera dopamina, incrementa b-endorfina y oxitocina, lo que puede generar que este placer sea adictivo.
El hipotálamo traduce la sanación de la broma: la risa es placentera, tranquiliza y promueve mejor salud, disminuye el cortisol; se incrementa la producción de anticuerpos y fortalece la producción de interleucinas, es decir una activación del sistema inmunológico.
Una carcajada incrementa la oxigenación cerebral y corporal. Una risa induce la activación refleja de neuronas en espejo, fortaleciendo la socialización. El chiste o la broma finalmente llegan al cerebro inteligente, se activa primordialmente el lóbulo frontal del cerebro, que se asocia con un mayor funcionamiento cognitivo.
La broma activa estructuras cerebrales en promedio en 300 milisegundos (la tercera parte de un segundo). El chiste, está detectado, depende de la información previa como recuerdos, expectativa, del ambiente y del estado de relajación para obtener la liberación de neuroquímicos.
La risa es un ejemplo de inteligencia cerebral. Favorece la salud corporal y mental. Resulta interesante saber que la mujer puede analizar una broma y detectar la ironía o lo hiriente de la broma con mayor eficiencia. El hombre es más simple en su reacción, puede burlarse de su superioridad, pero los alcances de las bromas pueden ser catalogados con mayor frecuencia como desentonados.
Curiosamente, el cerebro es tan sugestionable que podemos engañarlo para que crea que somos felices. Estudios de la Universidad de Kansas demostraron que simplemente colocar un lápiz entre los dientes (forzando una sonrisa) activa las mismas zonas cerebrales asociadas con la alegría, aunque no haya un motivo real. El cuerpo envía la señal a través del nervio facial y el cerebro responde liberando químicos “felices”.
Además, actividades como escuchar música, caminar al aire libre o practicar gratitud estimulan la liberación de estos neurotransmisores. En otras palabras: la felicidad es un entrenamiento, no solo una coincidencia.
En resumen, el cerebro es un gran actor. Si sonreímos, aunque sin ganas, él interpreta que hay motivos para estar bien y empieza a crear la química adecuada. No siempre se puede controlar lo que pasa afuera, pero sí podemos darle al cerebro las pistas para fabricar un poco de sol interno.
Facundo Cabral decía que “la felicidad no es un derecho, sino un deber…”.
X:delyramirez
*ARD
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