Y eso que son amigos

Y eso que son amigos

Del reportero
Por Fernando A. Crisanto 22 Octubre, 2021

Una vez más se confirma que Estados Unidos no tiene amigos, sólo intereses.

La buena relación y el afecto personal que presumió el presidente Andrés Manuel López Obrador con su homólogo estadounidense Donald Trump, tanto que pasó semanas sin reconocer el triunfo de Joe Biden, cuando todos los gobiernos del mundo lo habían hecho, era una mentira.

El mexicano fue sincero, el americano no.

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El miércoles, el New York Times publicó que los excesos de la Casa Blanca de Donald Trump todavía resuenan en Washington.

La última sorpresa fue el descubrimiento de que las altas instancias del Ejecutivo planearon el envío de 250 mil soldados a la frontera con México para frenar la ola migratoria en la primavera de 2020. “No está claro si la idea provino de los asesores del Departamento de Seguridad Nacional o del Pentágono, pero quien la frenó en seco fue el entonces secretario de Defensa, Mark Epster”.

El presidente lo despidió meses después, cuando ya había perdido la reelección.

“El plan de movilizar a un cuarto de millón de soldados, el mayor despliegue del Ejército dentro de Estados Unidos desde la Guerra Civil, llegó al Comando Norte (Northcom), cuya responsabilidad es la defensa del territorio del país -y sus fronteras-, con un área de operaciones que se extiende desde Alaska hasta el Caribe”.

Las fuentes citadas por el Times precisaron que nunca llegó a presentarse formalmente la propuesta ante Trump para su aprobación, pero que sí se discutió en el Despacho Oval, entre otras alternativas para controlar el flujo migratorio en plena pandemia, precisamente cuando López Obrador le dio todo su respaldo a Estados Unidos y militarizó la frontera con Guatemala.

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“El ultraconservador Stephen Miller, rostro de la política migratoria de la última etapa del mandatario republicano, fue el que les encargó a los trabajadores del Departamento de Seguridad Nacional que diseñaran un plan para bloquear los cerca de 4 mil kilómetros de frontera con México. Cuando Miller llegó a la Casa Blanca con la idea de desplegar a más de la mitad de los soldados activos del Ejército de EE UU, Epster se enfureció”, siempre según el relato de los consultados por el periódico neoyorquino.

“La administración de Trump finalmente decidió invocar una orden de salud pública para expulsar a los migrantes detenidos en la frontera con México en marzo de 2020. La norma conocida como Título 42 es una excepción en la ley de salud de EE UU que permite la deportación “en caliente” de los sin papeles y solicitantes de asilo.

“La medida, fuertemente criticada por organismos internacionales defensores de los derechos civiles, continúa vigente bajo el Gobierno del demócrata Joe Biden. En una acción que provocó sorpresa e indignación en parte de la izquierda, Biden renovó el pasado agosto la directiva de emergencia”.

No contento con eso y casi al mismo tiempo de la discusión de las tropas, Trump presionó a sus altos mandos para que EE UU enviara fuerzas de seguridad a México para capturar a los líderes de los cárteles de drogas, según los exempleados de la Administración.

“Los colaboradores de seguridad nacional de alto rango frenaron la idea del republicano explicando que el resto del planeta podría interpretar las redadas militares dentro del país vecino como un acto de guerra de Washington contra uno de sus aliados más cercanos y principal socio comercial.

“El argumento logró que el presidente desistiera de otra de sus ideas que siguen resonando a casi un año de que dejara la Casa Blanca”.

La información deja en claro que Trump no era ni es amigo de López Obrador y si no actuó como deseaba es porque no le convenía a su país y ahí si se escucha a los estrategas.

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Confirmado, Estados Unidos tiene intereses no amistades, sin importar que estemos tan cerca de ellos.

 

De las anécdotas que se cuentan


Con una capacidad para generar problemas adonde no los hay, el presidente López Obrador salió con uno más, el de la nacionalización del litio, en el sentido que solamente las paraestatales mexicanas serán las que pueden explorar y explotar este mineral, para ello ha contado con la operación del senador poblano Alejandro Armenta.

Para empezar, genera desde ahora una espiral de incertidumbre para todas las empresas mineras que ya contaban con una concesión para explotar tal elemento y en plena pandemia, establece un riesgo laboral para cientos de trabajadores.

Por otra parte, empodera inapropiadamente a la dupla de empresas públicas Pemex y CFE, que, en forma distinta, reciben carretadas de dinero por parte del Estado, pero no son eficientes.

Ahora, la Comisión será un monopolio en distintos sentidos, al tiempo que su desempeño le va a jugar las contras para aprovechar sus fortalezas.

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De más está decir que, para no pocos analistas es demasiado ostentosa como para no verla, a la oportunidad de que distintos funcionarios del área energética de la administración pública federal, se hagan de dinero malhabido al tener todas las posibilidades de explotar al mineral en la forma que mejor les parezca.

Adicionalmente, el litio que México posee es relevante por sus aportaciones a la industria de telecomunicaciones.

Considerando que la delincuencia organizada se ha hecho de un negocio que el Estado no le ha frenado, como el pago de piso por parte de las mineras, la siguiente fase del problema es evidente: que los cárteles se enfoquen a expoliar tal monopolio.

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*ARD