El 15 y cada quien su fiesta
Por 15 Septiembre, 2021Las diferencias políticas y personales, no se sabe cuáles son más profundas, entre el gobernador Miguel Barbosa y la presidenta municipal Claudia Rivera Vivanco, se reflejan en un hecho inédito en Puebla: dos Gritos de Independencia con verbena y en el mismo Centro Histórico, a menos de kilómetro de distancia.
Por las condiciones de la pandemia y para no ser un foco de contagios, aunque Salud ya determinó que debemos estar pendientes en dos semanas de cómo se reflejan en la incidencia las celebraciones patrias, el ayuntamiento fijó un máximo de 200 personas en el zócalo de Puebla para el Grito de Independencia que encabezará Rivera Vivanco, mientras en Casa Aguayo el límite son mil personas.
En los bajos del Palacio municipal habrá dos grupos de convidados uno de 200 y otro de 240 personas en las inmediaciones para participar del Grito, que serán colocadas entre sillas y de pie, separadas por vallas para mantener la distancia, como medida de prevención de contagios de Covid-19.
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Casa Aguayo montó un gran escenario frente a la sede del Poder Ejecutivo donde habrá música y acceso a alimentos, en tanto en los cuatro escenarios alrededor del Zócalo habrá grupos artísticos con una audiencia que se estima de 50 a 100 personas, lo cual es relativo porque seguramente llegarán muchos más.
En ambos casos, los juegos pirotécnicos no se cancelarán, pero serán muchos menos que en años anteriores.
Verónica Vélez Macuil, titular de la Coordinación General de Comunicación y Agenda Digital del gobierno estatal, informó que Protección Civil autorizó mil personas para los festejos con motivo de la Independencia el 15 de septiembre.
Para las actividades y conciertos en Casa Aguayo, las personas tendrán que ingresar con código QR personal e indicaciones particulares que se enviaron por correo electrónico a quienes tienen boletos de acceso.
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Para la música, entre la que destaca un concierto de la Maldita Vecindad y otro de la Sonora Santanera, se colocarán vallas para grupos de 20 personas.
Hoy es noche de Grito de Independencia y eso sí, en Puebla, cada quien su fiesta.
De las anécdotas que se cuentan
Cuando Olga Sánchez Cordero apareció como titular de la Secretaría de Gobernación federal, hubo un arqueo de cejas generalizado entre los analistas.
La abogada no tenía la menor experiencia en asuntos de gobernabilidad y no conocía ni por los bordes los temas de inteligencia y seguridad interior.
Sin embargo, la especie que se manejó fue que se encargaría de la gobernabilidad por su perfil intachable. En poquísimo tiempo, se hizo un adorno más en los históricos despachos del Palacio de Covián.
Algunos de los asuntos más espinosos los trataba un hombre que sabe de cañerías, Ricardo Mejía.
Pero los asuntos más complicados los manejaba Julio Scherer, desde la Consejería Jurídica de la Presidencia.
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Con su acostumbrado rostro imperturbable, el abogado Scherer se aplicaba a fondo en el cabildeo y la presión sobre distintos actores, sintiéndose todopoderoso porque se sabía cobijado por Andrés Manuel López Obrador.
Primero se fue Sánchez Cordero.
Scherer saboreó el triunfo de haber logrado que la eliminaran de la oficina de Bucareli. Pero poco duró el festejo: en poquísimas horas, el consejero jurídico fue informado de que debería preparar sus propias maletas.
Primero fue Alfonso Romo. Luego Sánchez Cordero y ahora, Scherer.
A los tres los unen dos rasgos: eran los interlocutores favoritos del Palacio Nacional y se sentían relevantes porque apoyaron al tabasqueño cuando pocos le hacían caso.
Los tres fueron desechados, no necesariamente por incompetentes al menos en el caso de Alfonso Romo y de Julio Scherer, sino porque podrían llegar a ser moderados y eso es imperdonable en un mundo estrecho, sin sofisticación intelectual ni brillo político.
Es el pago del diablo.
Solo quedan Ebrard y Sheinbaum. Acaso, Rogelio Ramírez de la O.
Los demás, son totalmente desechables.
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Con información de Lo de Hoy Noticias
*ARD
