El fantasma de la quiebra acecha al empresario Ricardo Salinas Pliego; acciones de TV Azteca se desploman un 30%

El tercer hombre más rico de México, Ricardo Salinas Pliego, vive horas bajas. Un puñado de acreedores en EE UU solicitaron este martes la quiebra involuntaria de TV Azteca —empresa pilar del magnate mexicano—, ante el impago del rendimiento de un bono por 400 millones de dólares. “Atenderemos con firmeza todos los procesos legales, sabedores de que contamos con la razón ética y jurídica, y de que así lo confirmarán las autoridades judiciales”, informó la empresa por escrito. El conflicto legal, no obstante, ha hecho eco en el valor de sus acciones. Este miércoles los títulos de Tv Azteca cerraron la jornada en 48 centavos, una caída de 31,4% respecto al día previo, cuando su valor rondó los 72 centavos. La fuerte caída provocó que la Bolsa Mexicana de Valores suspendiera durante un par de minutos la cotización de los papeles para llevar a cabo una subasta de volatilidad. Tras el anuncio del conflicto legal, el precio de los títulos de Tv Azteca no han hecho más que caer.

La compañía ha insistido, a través de un comunicado enviado a la Bolsa Mexicana de Valores, en su completa disposición al diálogo con los tenedores de bonos por 63 millones de dólares que han solicitado el quiebre de la firma ante un juzgado de Nueva York. TV Azteca tiene 20 días para responder a la corte. El desencuentro entre este grupo de acreedores y Salinas Pliego tiene sus orígenes en agosto de 2017, cuando la empresa de telecomunicaciones emitió en EE UU un bono por 400 millones a un plazo de siete años. Sin embargo, en febrero de 2021, Tv Azteca anunció la suspensión del pago del cupón de intereses debido a problemas de insolvencia. Dos años más tarde, y ante el continuo impago, los afectados han decidido no esperar más y dar un paso adelante llevando el caso ante la justicia estadounidense.

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Benjamín Álvarez, analista de CI Banco, explica que la solicitud para que TV Azteca se declare en bancarrota es un recurso de los denunciantes para negociar y recuperar algo de su dinero. “La intención de los acreedores no es buscar la quiebra de la empresa, sino llamar la atención para poder llegar a un acuerdo”, refiere. La perspectiva desde el sector financiero es que la volatilidad en el valor de los títulos seguirá hasta que no se llegue a un acuerdo. Aunque la empresa ahora sufre un batacazo relevante, sus mínimos históricos datan de octubre de 2020, en plena pandemia, cuando sus acciones cotizaron por debajo de los 30 centavos.

Para el analista, el impago en que incurrió con sus acreedores y que ahora lo tiene a las puertas de un juicio en EE UU es un reflejo del declive de años que ha sufrido la compañía, otrora líder en el sector de medios de comunicación en México. “Ha habido una mayor competencia con la entrada de empresas de streaming, al abrirse nuevos canales de televisión abierta hay mayor competencia. Los principales ingresos que antes eran por publicidad ya no son los mismos que hace cinco años, hay una reconfiguración en el modelo de negocio. No veo una situación de quiebra inminente, pero sí, la realidad es que hay un deterioro constante de los resultados financieros de la empresa”, explica Álvarez.

El declive de TV Azteca se constata en las cifras. Hasta septiembre de 2022, la compañía reportó una deuda por más de 9.800 millones de pesos, unos 528 millones de dólares. De julio a septiembre de ese año, las ventas de la firma cayeron 2% respecto al mismo periodo del año previo y sus ganancias solo llegaron a 4 millones de pesos, un desplome respecto a los 102 millones de pesos del tercer trimestre de 2021. Aunque la mayoría de las empresas listadas en la BMV ya publicaron su información financiera al cierre de 2022, Tv Azteca ha aplazado este informe argumentando que sigue “en proceso de elaboración”.

El desenlace de este conflicto con sus acreedores aún se vislumbra lejano y dependerá de las alternativas que elija el propio Grupo Salinas, para encarar esta demanda. Debido al lastre que supone el adeudo en juicio, el mercado de deuda para TV Azteca se vislumbra cerrado, por lo que la opción más viable para zanjar el reclamo de los afectados, de acuerdo con los expertos, será una inyección de capital de los dueños de la empresa, aunque tampoco se descarta que el polémico Salinas Pliego y su equipo legal decidan llevar el juicio hasta sus últimas consecuencias.

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Con una fortuna de más de 10.900 millones de dólares, según Bloomberg, Salinas Pliego es uno de los magnates que genera más controversia en el país. Heredero del negocio minorista de su familia de muebles y electrodomésticos de la mano de Elektra y Salinas Rocha, en la década de los noventa entró por la puerta grande al sector de los medios de comunicación cuando ganó la concesión para operar el grupo de canales de televisión bajo la firma de TV Azteca. Años después, diversificó su portafolio al crear Banco Azteca. En los últimos años, también amplió su abanico a Total Play, el brazo de negocio que ofrece internet de alta velocidad, a través de un negocio de fibra óptica.

La osadía en sus negocios se advierte también en su comunicación en redes sociales. Lejos de rehusar a los reflectores —como la mayoría de multimillonarios mexicanos—, Salinas Pliego parece buscarlos. El magnate mexicano, de 67 años, comparte diariamente con sus más de 1,2 millones de seguidores en Twitter publicaciones de sus viajes en jets privados y plácidas tardes en el campo de golf. Al mismo tiempo, utiliza su cuenta de Twitter e Instagram como un ágora para ofrecer consejos de liderazgo, reflexiones y dardos a sus adversarios. La turbulencia financiera que atraviesa uno de los pilares de su emporio, Tv Azteca, no ha amainado al polémico dueño de Grupo Salinas, quien al medio día de este miércoles ha lanzado el siguiente mensaje junto a un vídeo con panorámicas de la capital: “Para mis millones de seguidores, les comparto la bonita vista del sur de CDMX… y recuerden amiguitos que mientras los perros ladren, quiere decir que vamos volando”. Mientras el empresario sobrevolaba los cielos, las acciones de una de sus más icónicas empresas rozaban el suelo. El País