La suerte de Sandy

La suerte de Sandy

Del Reportero
Por Fernando A. Crisanto 31 Mayo, 2022

Solo para variar, ocurrió en Amozoc.

De profesión enfermera, Sandra Elizabeth “Sandy” había concluido su turno en Schnellecke, empresa de la que portaba el uniforme. El 27 de abril, caminaba por la 2 norte, sobre la colonia Signore, ubicada en la junta auxiliar de San Salvador Chachapa. Eran las 11 y media de la noche, aproximadamente.

Un auto que a ratos se dice que es Peugeot y a ratos, Seat, comenzó a seguirla. De pronto, baja un individuo que somete a la joven enfermera y la mete al auto, para después echarse de reversa y perderse en las sombras de la noche.

En ese momento inició una pesadilla que duró exactamente un mes. Como no podría ser de otra forma, la policía local ignoró la petición desesperada de ayuda por parte de los familiares de la entonces plagiada.

Pronto, los padres de la joven entenderían que no lograrían nada si esperaban a que la policía actuara. Así que se movieron por dos frentes: la Fiscalía General del Estado y la movilización en las calles.

El 1 de mayo, familiares, vecinos y amigos de Sandra emprendieron una protesta en el centro de Chachapa y terminó en la casa del presidente auxiliar, Elías Sánchez.

 

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A lo anterior siguió un bloqueo de 6 horas sobre la carretera Puebla–Amozoc a la altura de San Salvador Chachapa. La exigencia de encontrar a Sandra era evidente, pero señalaban un reclamo que confirma sospechas: exigían a Mario de la Rosa, presidente municipal de Amozoc, que trabaje por la seguridad del municipio, porque el caos se dio desde hace tres años y medio.

Por supuesto, los inconformes recibieron la respuesta municipal esperada: el silencio.

Así que aquellas personas se concentraron en Puebla Capital. Se dirigieron a la Fiscalía, a Casa Aguayo, adonde fuera.

Las redes sociales se encendieron con el rostro de Sandy. Se armaron células de personas ajenas a cualquier dependencia gubernamental para peinar la zona de la desaparición. Compañeros de trabajo se agregaron y algunas organizaciones sociales de la capital poblana se sumaron al ruido mediático. A nadie le quedó duda que podrían obtener algún resultado positivo si hacían ruido.

El 4 de mayo, la Fiscalía emitió un comunicado donde informaba que había detenido a 7 personas vinculadas con el levantón de Sandra Elizabeth. Se decía que había sido secuestrada y que pedían un rescate en pagos, el primero por 10 mil pesos, que se debía entregar en la colonia 18 de Marzo de la ciudad de Puebla.

El lugar llamó la atención de los expertos: esa colonia está en medio de un triángulo integrado por San Francisco Totimehuacán, Santo Tomás Chautla y San Marcos, un lugar que poco o nada tenía que ver con Chachapa. El monto del rescate tampoco sonaba lógico.

Para entonces ya había quedado atrás el pago exigido el 30 de abril, en el Fraccionamiento La Guadalupana, adonde elementos de la Fiscalía detuvieron a tres personas. Pero no había resultados. La realidad es que da igual si el supuesto líder de la banda que la había secuestrado era colombiano o poblano, Sandy no aparecía.

 

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El 27 de mayo, exactamente un mes después, ya de noche, algunos vecinos llamaron al 911 por “un fuerte olor” que provenía de una casa abandonada. En la cisterna, estaba emplayado un cuerpo. Era ella. Tenía signos de tortura.

Expertos consultados por el reportero dicen que hay que tener mucha imaginación para creer que un cuerpo emplayado adentro de una cisterna, en una casa abandonada, emitiera el hedor cadavérico justamente en ese día, a esa hora.

Más bien, explican, el cuerpo fue colocado ahí para que fuera encontrado.

Es evidente que el caso está plagado de irregularidades y de un juego de espejos en el que aparecen todo el tiempo, las autoridades de Amozoc.

Se trata de una muerte que duele a los habitantes de ese lugar en el que se ha perdido toda esperanza por encontrar justicia y a cambio, reciben anomia.

 

Eugenio López, descanse en paz

Aún no amanecía el viernes 20 de mayo y falleció don Eugenio López Rodea, un personaje que pocos ubican, pero que sus productos han estado en la mesa de muchos mexicanos y en los muros de distintas galerías en México y Estados Unidos.

López Rodea fue el fundador de Jumex, el emporio que inició en 1961 bajo el nombre de Frugo y que cambió a Jumex en 1964. Tales negocios ahora los dirige su hijo, el filántropo y empresario galerista, Eugenio López Alonso.

De casta le viene al galgo, aquel hombre que emprendió uno de los negocios de jugos elaborados a base de frutas, más importantes del país, fue a su vez hijo de Vicente López Resines, quien inició la marca La Costeña, también posicionada a nivel nacional.

 

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En el mundo del arte contemporáneo, es importante la Fundación Jumex, que se echó a cuestas la complicada labor de identificar jóvenes con capacidades a los que pudiera empoderar, con el propósito de desarrollar pintores y escultores.

Eugenio López Alonso tiene ahora en sus manos el negocio que inició su padre y simultáneamente, seguir los trabajos en su Fundación, aquella que fue amasando como concepto, cuando se dio cuenta que sus sueños de niño podían convertirse en realidad, al haber conocido el Palacio de Versalles.

En la actualidad, puede verse parte del acervo de la familia López en el Museo Jumex, en Polanco, sin olvidar su brazo artístico en los Estados Unidos, a través de la Chac Mool Gallery en West Hollywood, misma que dirigió hasta 2006. También se le reconoce como miembro del consejo del Museo de Arte Contemporáneo de Los Ángeles.

En estos tiempos en los que el sector empresarial vive horas bajas, con la idea dominante de que sólo produce riqueza para su bienestar, queda el legado de López Rodea, a quien literalmente, se le dio el arte de generar frutos con su talento.

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