Otro costo del populismo

Mazapa de Madero, Chiapas, es un municipio que no tiene más de ocho mil habitantes y su actividad económica principal es el comercio. Pero no se piense que esta actividad se debe a lo que compran los mexicanos, sino a lo que adquieren los guatemaltecos, esta población es vecina de Guatemala.

El pasado lunes 29 de marzo, las cosas eran normales, pero a mediodía en Bacantón, una población de Mazapa de Madero, todo cambió.

Elvin Mazariegos, un joven guatemalteco, conducía su camioneta de regreso hacia su patria. Había comprado víveres.

Semejante acto no era ni remotamente sospechoso por dos motivos, para entrar a México desde la vecina Esperanza, territorio guatemalteco, no hay que usar visa ni pasaporte ni nada, porque el espacio es común. Y, el comercio entre ambas naciones en esa zona, data de décadas y forma parte de la cultura regional.

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Pero no, ese día, efectivos del Ejército Mexicano se sintieron con el “patriótico” deber de dispararle al guatemalteco, por no mostrarle un documento que acreditara su internamiento legal en México.

Los soldados del XV Regimiento de Caballería Motorizada le exigieron que presentara su Tarjeta de Visitante Regional.

Dos disparos rubricaron su visita.

Conocedores del tema comentan al reportero que el personal castrense de esa zona tiene tres cosas en la cabeza, como son obtener dinero de lo mucho que se interna entre ambos países, destacando notoriamente el huachicol; detener a capricho a grupos de migrantes que pasan a México, pagando su cuota y, mirar para otro lado cuando aparecen los cárteles.

En su idilio, Donald Trump y Andrés Manuel López Obrador acordaron que los centroamericanos serían parados en seco antes de entrar a territorio mexicano, con la idea de que no lograran llegar a la frontera norte e intentar el salto a los Estados Unidos.

Habrá que recordar que, con el ridículo de Rocío Nahle, cometido en abril de 2020 cuando se puso a tirar línea en el marco de la Organización de Países Exportadores de Petróleo y Trump entró al quite, la OPEP había dicho que México recortara 350 mil barriles de producción y Estados Unidos saltó al ruedo para terminar sólo en 100 mil barriles.

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“Luego veremos cómo los paga”, dijo literalmente el entonces presidente Trump a la prensa estadounidense. Y ya se vio como se ha ido pagando. El patio trasero de Estados Unidos tiene su propio patio trasero, Guatemala.

El 15 de noviembre de 2018, la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, se metió en un berenjenal de declaraciones del que no salió ilesa, al intentar explicar que la Guardia Nacional tendría otro chip, porque según ella, al integrarla la Policía Militar y la Policía Naval, tenían una formación distinta.

Pues, si semejante declaración tuviera sentido, habría que enviar a esos elementos a la frontera sur, porque ya quedó evidenciado que los elementos castrenses no solo actúan a su leal saber y entender: en un segundo, generan un conflicto internacional.

Cuando dos políticos populistas se juntan, las cosas cambian para mal.

Por lo pronto, ya se ve el costo para una familia de guatemaltecos que cruzaron la frontera para comprar alguna mercancía y uno de ellos regresó muerto a su casa.

De las anécdotas que se cuentan

El presidente Andrés Manuel López Obrador, el verdadero Zar anti Covid, determinó la semana pasada acelerar la vacunación para cumplir con las metas que se propuso desde finales del año pasado.

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Para ello anunció que toda su administración y los gobiernos estatales se iban a involucrar.

Esa es la razón por la cual, a partir de hoy todos los hospitales y Centro de Salud del estado serán responsables de la vacunación.

Ya no habrá registros y se supone tampoco centros masivos como los de CU, sino que los mayores de 60 años que aún faltan podrán ir a su centro de salud, clínica u hospital cercano y por orden alfabético para ser vacunados.

No es un reconocimiento extraordinario de López Obrador a los gobiernos estatales, los necesita y los suma.

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Con información de Lo de Hoy Noticias 

*AR