Uno de cada cinco cadáveres de Tijuana y Mexicali tienen fentanilo en su organismo
Por 5 Julio, 2024El cuerpo de un hombre de casi 30 años de edad fue trasladado el 26 de agosto de 2023 a la morgue de Mexicali, capital de Baja California, tras fallecer por insuficiencia respiratoria aguda, edema pulmonar y farmacodependencia, típicos de una sobredosis.
En su organismo había restos de fentanilo, pero también de anfetaminas y metanfetaminas.
Como ese caso, el Servicio Médico Forense (Semefo) del Poder Judicial de Baja California ha encontrado la huella del opioide sintético en 18% de los cuerpos que van a dar a las morgues de Mexicali y Tijuana, ciudades fronterizas con Estados Unidos, donde la droga ya ha matado a más estadunidenses que las guerras de Vietnam, Afganistán e Irak juntas.
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Hace poco más de dos años, en junio de 2022, la dependencia inició la búsqueda del narcótico en los cadáveres que llegan al anfiteatro de la capital del estado, y a partir de marzo de 2023 también al de Tijuana.
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Desde entonces y hasta junio, ha detectado la sustancia en 664 de 3 mil 665 cuerpos analizados, comparte a MILENIO su director estatal, César González Vaca.
La presencia del opioide es mayor en Mexicali (22% de los cuerpos analizados) que en Tijuana (13%).
El funcionario explicó que el Semefo de Baja California ya efectuaba desde antes pruebas toxicológicas para cinco tipos de droga —anfetaminas, metanfetaminas, cocaína, opiáceos y mariguana—, pero a raíz de la crisis de fentanilo que azota a su vecino estadunidense arrancó un programa para la detección del opioide en todos los cadáveres que recibe.
Otras instituciones forenses del país también realizan pruebas toxicológicas, pero al depender de las fiscalías estatales sólo lo hacen a petición de un Ministerio Público.
A diferencia de sus contrapartes en otros estados, el Semefo bajacaliforniano depende del Poder Judicial local, lo que le permitió ser pionero en el análisis de todos los cuerpos sin que medie el requerimiento de alguna autoridad.
Sólo los cadáveres carbonizados o con reducción esquelética (osamentas) quedan fuera, ya que por su condición no es posible tomar las muestras de orina, sangre o humor vítreo necesarios para practicar la prueba.
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Hasta ahora, el proyecto abarca los municipios de Tijuana y Mexicali, donde llegan entre 65 y 70% de todos los cuerpos que ingresan al Semefo; aunque existe la intención de incluir a Ensenada, el tercer municipio que recibe más muertos, pero aún no hay fecha para ello.
A diferencia de lo que ocurre en Estados Unidos, el uso de fentanilo no es un problema generalizado en México y se constriñe a regiones del noroeste, especialmente a un sector que ya era usuario de opioides ilegales como la heroína, explica Angélica Ospina-Escobar, investigadora del Programa de Política de Drogas y colaboradora de International Crisis Group.
La frontera norte de Baja California es el principal foco rojo del país, aunque muy lejos de vivir el desastre sanitario que azota al vecino país del norte.
Medido en kilogramos, el estado concentra 40% de las pastillas y 35% del volumen de fentanilo asegurados por el Ejército mexicano entre 2013 y 2023, según cifras de la institución castrense. Eso del lado de la oferta.
En cuanto a la demanda, datos del Sistema de Vigilancia Epidemiológica de las Adicciones, de la Secretaría de Salud, muestran que entre enero de 2018 y abril de 2024 los centros de tratamiento atendieron a mil 116 personas por abuso de esta sustancia, siendo Baja California la entidad con más casos, con 42 por ciento.
Cifras que el Semefo de Baja California entregó a este medio vía transparencia sobre el perfil de los cuerpos contaminados con fentanilo hasta abril de 2024 dan pistas para saber quiénes consumen esta sustancia en la zona fronteriza.
De cada 100 cadáveres con rastros del opioide, 88 eran varones y 61 rebasaban los 36 años.
Aunque en menor medida, también hay casos de mujeres, jóvenes y menores de edad, como el de una adolescente de 14 años que murió de anoxemia por broncoaspiración o el de un bebé de cuatro meses que presentó neumonía aguda y desnutrición.
Los análisis toxicológicos que se realizan son cualitativos, es decir, sólo indican si la droga aparece o no en el cadáver, más no en qué cantidad, es por eso que no se puede determinar cuántos fallecieron por sobredosis.
Para ello se requiere otro estudio cuantitativo que se practica con equipos llamados cromatógrafos, cuyo costo supera el millón de pesos.
A pesar de ello, Ospina-Escobar destaca que en más del 60% de los cuerpos la causa oficial del deceso fueron problemas respiratorios.
González Vaca explicó que padecimientos como edema pulmonar, insuficiencia respiratoria aguda o congestión generalizada son indicativos de sobredosis por abuso de sustancias, pero como no se tiene la prueba para comprobarlo, no se puede asentar como la causa de muerte en el certificado de defunción.
También se encontró el narcótico en personas que perecieron por disparos de arma de fuego, traumatismos y politraumatismos, infartos, estrangulamiento y golpes de calor.
Said Slim, cofundador de Integración Social, organización que apoya a usuarios de drogas inyectables en Mexicali, agrega que la mayoría de los usuarios de fentanilo en el estado son personas en situación de calle o deportadas de Estados Unidos que ya traían ese consumo.
Pero quizá el dato más revelador que arrojan las estadísticas del Semefo es que 65% de los cadáveres que dieron positivo a fentanilo también lo hicieron a otros estupefacientes, sobre todo a metanfetaminas.
“Casi siempre que hay presencia de fentanilo es raro que venga sólo, siempre viene acompañado de anfetamina o metanfetamina”, destaca González Vaca.
Esto puede deberse a dos fenómenos: que las personas sean poliusuarias conscientes o que sin saberlo hayan consumido drogas adulteradas con fentanilo.
Para las organizaciones especializadas en el tema, y para el propio titular del Semefo, la segunda explicación parece ajustarse más a la realidad y es también la que más alarma.
“Yo no creí que los grupos del crimen organizado fueran tan rapaces al contaminar las sustancias para engancharte… Con el fentanilo se han pasado de la raya, a tal grado de no venderte lo que estás comprando, sino otra cosa”, expresa Said Slim.
La forma soterrada en la que el narco introdujo el fentanilo al mercado de opioides de Baja California preocupa a los especialistas, ya que si el fenómeno se repite con otra sustancia de uso más generalizado, el consumo podría desbordarse a otras regiones de México.
“Eso sí me alarmaría, que empezaran a contaminar la cocaína o el cristal con fentanilo, eso supondría un mayor problema de salud pública para nosotros dado que consumimos mucha más cocaína y metanfetamina que heroína, y en todo el país”, advierte Ospina-Escobar.
Ya existe evidencia de que el crimen organizado vende drogas psicoestimulantes como éxtasis y cocaína contaminado con fentanilo, como reveló un estudio realizado en un festival de música electrónica de la Ciudad de México durante 2022.
La información del Semefo de Baja California, que indica que 65 de cada 100 cuerpos con fentanilo también tenían rastros de metanfetaminas, anfetaminas o cocaína, suma a la evidencia.
Slim coincide en que la mezcla de fentanilo con otras sustancias sí puede generar nuevos consumidores fuera de los estados que hoy son focos rojos, aunque no ve un problema tan extendido, al menos en el corto plazo.
“La práctica de inyectarse drogas está muy concentrada aquí en la frontera, no tan fácil alguien se va a meter una jeringa en Campeche, en Veracruz, en Michoacán, donde no hay esa cultura”, sostiene el cofundador de Verter.
Pero eso no significa que el crimen organizado no pueda acelerar ese proceso.
“Con el cristal no pasó. Lleva 40 años en México y hace apenas unos cinco u ocho años se generalizó su uso en todo el país, pero estuvo más de tres décadas concentrado en el noroeste de México y realmente los grupos del crimen organizado no aceleraron su proliferación”, reflexiona Slim.
Uno de los planes a corto plazo del Semefo de Baja California es contar con tiras reactivas para detectar la presencia de xilacina, un sedante no opioide de uso veterinario que se ha convertido en la nueva droga de moda entre los estadounidenses y que en combinación con fentanilo o metanfetaminas se torna un coctel mortal.
“Estos reactivos no los hay debido a que es un narcótico de uso veterinario, de uso animal (…) Sí queremos ya ir buscando porque seguramente hay personas que están falleciendo con esa droga”, dice su González Vaca, su titular.
Y es cierto. La xilacina ya es la protagonista de una nueva ola de muertes por sobredosis en Estados Unidos y Said Slim alerta que ya hay casos de consumo en Mexicali.
En esta ciudad, un programa de detección de sustancias financiado por el Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz, en el que colaboran organizaciones como Verter, ha detectado el sedante en cinco de cada 10 pruebas toxicológicas realizadas.
De ahí la urgencia de contar con más recursos para medir el nuevo fenómeno en México.
Con información de Milenio
*MG