Universidad Pública

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Del Reportero
Por Fernando A. Crisanto 1 Junio, 2022

 Llegó la hora, a partir de hoy y hasta el próximo 18 de junio se aplicarán más de 72 mil exámenes de admisión en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. La institución de educación superior es sin duda el paradigma de la movilidad social y la oportunidad de una vida mejor para sus egresados y sus familias.

 

Los aspirantes ¿son aspiracionistas? sin duda.

Todos ellos han cumplido las primeras cuatro etapas del proceso y estarán a partir de hoy a prueba para que ingresen los mejores promedios y quienes alcancen las más altas calificaciones en la presentación del Examen General de Admisión para ingresar a uno de los 118 programas educativos que oferta la BUAP este año en tres sedes y modalidades.

Los días 1, 2 y 3 de junio corresponden a 13 mil 890 aspirantes al nivel medio superior, mientras que del 4 al 18 de junio a los 58 mil 269 del nivel superior.

La oferta educativa de este año está integrada por dos técnicos, cuatro programas de preparatoria escolarizada -incluidos bachilleratos-, uno de preparatoria a distancia, dos de Técnico Superior Universitario y dos de Profesional Asociado.

Asimismo, por 89 licenciaturas presenciales, seis semiescolarizadas y nueve a distancia y en modalidad abierta.

 

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La de Puebla es una de las principales universidades del país, sus programas y sus egresados están entre los mejor calificados de la República y por ello el número de aspirantes.

El examen se aplicará en tres sedes: Facultad de Cultura Física, en Ciudad Universitaria; Centro de Convenciones de Ciudad Universitaria, al cual se ingresará por el acceso 5; y Complejo Cultural Universitario, acceso 6.

Informaron que el día de la aplicación es indispensable que los aspirantes presenten impreso su Formato de Asignación del Examen General de Admisión, además de una identificación con fotografía, que pueden ser la credencial del INE, pasaporte, de la escuela donde estudian o bien una constancia con fotografía en el caso de los alumnos de secundaria que buscan ingresar a una prepa de la BUAP.

Ricardo Valderrama Valdez, director de Administración Escolar, recomendó que los aspirantes no se confíen sólo con el mensaje que llegue a su celular con la información del día, fecha y lugar del examen, sino que también impriman su formato.

La liga que llegue a su celular servirá para que descarguen la aplicación que será de utilidad para los aspirantes, sobre todo para los foráneos, ya que podrán localizar su sede con el mapa de ubicación configurado con el Google Maps, además de un video que los orientará sobre las características físicas del sitio.

Está prohibido ingresar calculadoras, botellas de agua, alimentos, mochilas, portafolios, materiales de apoyo o cámaras fotográficas. El celular será resguardado por personal de la BUAP al momento de iniciar el examen y entregado al finalizar la prueba de admisión.

Derivado de la pandemia y por seguridad sanitaria, todos los aspirantes deberán usar cubrebocas y podrán utilizar lapiceros y/o lápiz para realizar algunas operaciones en hojas que serán entregadas por personal de la BUAP.

El examen es de tipo presencial-digital, lo que significa que cada aspirante tendrá una computadora asignada para realizar su prueba.

 

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El Examen General de Admisión I (EGA-I) para licenciatura dura 120 minutos y está dividido en tres secciones: Español, Matemáticas y Áreas. El EGA-II, para el nivel medio superior, dura igualmente 120 minutos y está conformado por cinco rubros: Habilidades del Conocimiento, Español, Matemáticas, Ciencias Naturales y Ciencias Sociales.

Los resultados del examen de admisión serán publicados el 9 de julio, a partir de las 9 de la mañana, en https://admision.buap.mx/, a través de su cuenta personal de autoservicios y ahí se especificará si fueron aceptados.

Hoy empieza una nueva etapa de la vida de 72 mil jóvenes, la mayoría de ellos poblanos. Éxito.

 

¿Médicos? cubanos

Como se ha visto, la contratación de médicos cubanos por parte del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, no ha sido ni remotamente bien recibida por líderes de distintos grupos de presión. Y razones no les faltan.

Hay dudas que literalmente pueden matar:

La  primera es qué clase de formación tienen estos visitantes. No se observa que el gobierno federal informe, persona por persona, el perfil técnico de cada uno de ellos, por lo que será un volado ser atendido por los aludidos.

La segunda es igual o peor de obvia. Si se da por cierto que no pocos de ellos son especialistas, cabe preguntarse si podrán con el paquete en territorios remotos o aislados. El que un cardiólogo llegue a un paraje perdido en el sureste no garantiza que sirva de algo si no acude con medicamentos y hasta un equipo móvil para un elemental electrocardiograma.

Y, la tercera es que realmente, todos los visitantes sean médicos.

El caso paradigmático es el de los miles de cubanos que llegaron a Brasil con Luiz Inácio da Silva, presidente de esa nación entre el 1 de enero de 2003 y el 31 de diciembre de 2010.

 

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Se estima que llegaron hasta 11 mil “médicos” cubanos a Brasil, a trabajar en zonas remotas. Nadie duda que muchos de esos visitantes efectivamente eran especialistas en salud y se las vieron negras con la falta de medicamentos y equipamiento en lugares complicados.

Adonde las cosas comenzaron a hacer agua fue cuando se descubrió que alrededor del 20 por ciento de esos “médicos” no eran tales, sino brigadistas. Y que no iban a sanar brasileños sino a realizar labores de propaganda a favor de las políticas de Lula.

Nadie duda que fueron beneficiadas docenas de miles de brasileños en unos tres mil municipios y que ayudaron a paliar el desastre en el sistema de salud de aquella nación. El problema es que la idea que era buena en principio, dio a entender que una porción de esos visitantes iba a una labor ideológica, no médica.

Jair Bolsonaro reventó el acuerdo y no hizo gran ruido sobre lo que las áreas de inteligencia federal descubrieron entre esos miles de cubanos.

Un puñado de periodistas se enteró del tema, pero se ha mantenido por lo bajo.

López Obrador juega con fuego.

El problema es que las llamas no las recibe en sus manos, sino en las de los mexicanos.

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