La Navidad de los comerciantes

La Navidad de los comerciantes

Del Reportero
Por Fernando A. Crisanto 29 Diciembre, 2021

No llegó la gente. La crisis no se detiene para los empresarios que se dedican al comercio en el Centro Histórico de la ciudad de Puebla. No se cumplió con la expectativa que se habían confiado de obtener un pequeño repunte del 25 por ciento respecto a las ventas de 2020.

Analizando con cuidado su expectativa, son distintos factores los que se han dado cita para cebarse sobre los empresarios legítimos que cumplen con todas las obligaciones que marcan distintas leyes y que generan empleo:

1.-Algunos de los empresarios se preguntan qué pasó en el Centro Histórico, al ver a una gran cantidad de personas caminando y que no compraron nada. El motivo es sencillo: la gente se limitó a dar un paseo y mirar aparadores, lisa y llanamente porque no tienen dinero.

2.-Otro punto que complementa al espejismo de ver hordas caminando que no compran, se encuentra en la vacunación contra el COVID-19. El año pasado, la gente no podía siquiera dar un paseo y ahora, las vacunas han dado un pequeño respiro para siquiera deambular por el Centro Histórico.

3.-Las tiendas departamentales tienen la capacidad de producir ahorros en escala, al poder ofrecer sus mercancías con descuentos y condiciones que los pequeños negocios no pueden establecer, porque éstos últimos no pueden cabildear con los productores, directamente.

Por ello, cuando los negocios del Centro están vacíos, las tiendas departamentales están abarrotadas. No solo es un tema de clasismo, sino de competencia económica y ésta no se había visto en forma tan descarnada, hasta que arribó el COVID-19.

4.-La temporada de Reyes Magos se identifica en la misma lógica del 24 de diciembre, por la competencia de pequeños comercios contra tiendas departamentales. Es entendible que los Reyes Magos hagan sus cuentas y a partir de ello, tomen sus decisiones de compra.

La guerra del remanente. Y, lo más obvio, es eso que los administradores le llaman “pirámide de necesidades”: hay que recordar que, para 2021, los especialistas han calculado que, entre uno y dos mexicanos de cada cuatro, dejaron de comer un alimento al día.

Si de un porrazo se “borran” de las cuentas a esos dos mexicanos, quedan dos que son el objetivo de la mayoría de los establecimientos que venden algún producto. Es de entenderse que la gente está preocupada por tener comida, medicamentos, pagar la hipoteca o el alquiler, además de los colegios y el transporte.

Después de esos gastos imprescindibles, quedará algo y ese remanente es el que se emplea para hacer otras compras o pagar el financiamiento vía tarjetas de crédito.

En otras palabras, la guerra de los comercios se establece en ese remanente final y no podrá ganarle jamás a la batalla por la comida diaria o los medicamentos.

Si no se tienen cubiertos los gastos indispensables, ocurrirá lo que vieron los comerciantes: viandantes caminando interminablemente, mirando aparadores y siguiendo su camino.

No es que las campañas publicitarias estén mal hechas o los vendedores no sepan vender: no hay dinero más que para lo indispensable.

Lo que estamos viendo es el devastador efecto de dos fenómenos complementarios: el COVID-19 que arrasó con negocios y empleos, combinado con el gobierno federal que no canalizó más que migajas para recuperar la planta productiva.

Se le puede llamar de distintas maneras y bajo diversos enfoques, pero el asunto seguirá siendo el mismo: no es que la gente no quiera gastar. Es que no tiene con qué hacerlo.

Y así pasará un rato más, en una economía de guerra en donde la sobrevivencia lleva mano.

De las anécdotas que se cuentan

En una entrevista publicada el 26 de diciembre, Alejandro Solalinde, sacerdote mexicano y activista orgánico de Palacio Nacional, iluminó a la república con una certeza: Andrés Manuel López Obrador tiene “rasgos de santidad”.

Solalinde, el capellán de Palacio, apuntó los rasgos con los que sustenta sus dichos. Entre tantos que mencionó, se apuntan algunos:

1.- “Está siguiendo las enseñanzas de Jesús (…) Qué lástima que no lo valoren (…) Para él, son importantes los pobres, o como decía Jesús: ‘Los últimos serán los primeros’”.

2.- “Eso es lo que la gente no quiere entender y se para de pestañas porque busca defender el capitalismo, me refiero a los empresarios y a la gente bonita que era privilegiada en otros sexenios”.

3.- “Hay que entender que la santidad no es perfección (…) un santo o una santa puede tener muchos errores, pero es santo. Porque la santidad es la imitación del amor de Dios”.

4.- “Presidentes como él surgen cada 100 o 200 años. Dios nos bendijo con un presidente como el que tenemos. Cada día admiro más a este hombre”.

Al respecto, los malosos le cuentan al reportero una anécdota: Gustavo Diaz Ordaz andaba de gira por Hidalgo. La multitud apenas y le dejaba caminar. Entre ese mundo de gente, apareció de la nada una señora que, se acercó al mandatario y le besó la mano. “¡El santo Presidente de la República!”, le dijo. Díaz Ordaz se quedó azorado.

“Dios mío, el daño está hecho”, dijo el acompañante de Díaz Ordaz que presenció el hecho y que después lo registró en sus memorias publicadas finamente en el Fondo de Cultura Económica, décadas después: el escritor Ricardo Garibay.

Efectivamente, el daño ya está hecho.

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