Intencionalmente Cárteles de la droga nacionales eran ocultos por EU

Intencionalmente Cárteles de la droga nacionales eran ocultos por EU

Cómo llegan esas toneladas de todo tipo de drogas —marihuana, cocaína, heroína, MDMA o éxtasis, ketamina, LSD y analgésicos opioides, principalmente fentanilo
Por Redacción 9 Diciembre, 2024

Por años Estados Unidos ha mantenido la versión que los culpables de la circulación de droga son los extranjeros, poniendo como víctima a los estadounidenses, pero la lista negra esta oculta de forma deliberada.

Es como sale a la luz la pregunta: ¿Cómo llegan esas toneladas de todo tipo de drogas —marihuana, cocaína, heroína, MDMA o éxtasis, ketamina, LSD y analgésicos opioides, principalmente fentanilo— a los más de 15 millones de estadounidenses que consumen al menos una vez a la semana? ¿Tanto poder tienen los cárteles mexicanos como para introducir la droga en el país y repartirla en cada ciudad y pueblo estadounidense?

Y es que, desde 1971 el presidente Richard Nixon declaró la guerra a las drogas, la única batalla (y la más inútil) que ha ganado Estados Unidos en medio siglo es la del discurso: la de imponer falsamente la visión de que los culpables son extranjeros y los estadounidenses son las víctimas.

Las sucesivas administraciones (republicanas y demócratas) han logrado convencer a los estadounidenses de que los culpables de esta emergencia sanitaria nacional son los cárteles latinoamericanos —antes los colombianos, ahora los mexicanos— y sus respectivos gobernantes, jueces, policías y militares, incapaces de enfrentarlos o incluso coludidos con los criminales.

Clave en esta estrategia equivocada fue la lista negra que creó el presidente Bill Clinton en 1995 para castigar con sanciones a los países que la DEA (la agencia para el combate a las drogas) considere que no colaboran en la guerra de EU contra el narcotráfico.

Pero, la lista de negra está viciada de origen por una cuestión que oculta deliberadamente: ¿Cómo llegan esas toneladas de todo tipo de drogas —marihuana, cocaína, heroína, MDMA o éxtasis, ketamina, LSD y analgésicos opioides, principalmente fentanilo— a los más de 15 millones de estadounidenses que consumen al menos una vez a la semana? ¿Tanto poder tienen los cárteles mexicanos como para introducir la droga en el país y repartirla en cada ciudad y pueblo estadounidense?

En la respuesta coinciden expertos en la materia, como Phil Jordan, quien trabajó para la DEA de 1973 a 1995, o el autor del libro “Narcos Gringos”, del periodista Jesús Esquivel.

“Sin los cárteles de Estados Unidos, los de México no funcionan”, declaró el exagente de la DEA en una entrevista que concedió a El Universal en 2023.

En términos similares, Esquivel declaró a la BBC que a diferencia de la percepción de la mayoría de los estadounidenses, reflejada en los medios de comunicación, el problema no son sólo los carteles mexicanos: “Una vez que cruzan la frontera las drogas no se venden solas, no se reparten solas.

No es tan fácil como bajar a la frontera, alguien tiene que repartirlas, empaquetarlas, transportarlas. Y ese alguien suelen ser ciudadanos estadounidenses”.

La razón es simple: el Cártel Jalisco Nueva Generación o el de Sinaloa, por nombrar a los grupos más poderosos en la actualidad, no podrían ingresar en EU y distribuir toneladas de cocaína y fentanilo en todas las ciudades, si no existiera un “ejército” gigantesco de narcomenudistas que llegue a cada punto de venta, y no sería posible reclutar esta legión de vendedores si no existieran grupos criminales locales, que conocen el terreno a fondo el terreno y el “modus operandi” de la policía y los agentes antinarcóticos locales.

Llegados a este punto, ¿por qué no se habla de los grupos criminales estadounidenses, que se alían con los cárteles mexicanos para distribuir millones de dosis cada día en cada ciudad de EU?

La respuesta sigue siendo un misterio, pero hay dos hechos que resultan cuando menos preocupantes: el gobierno de EU tuvo en sus manos un informe de inteligencia que confirmaba la existencia de cárteles estadounidenses, y en vez de actuar contra estos grupos domésticos, decidió matar al mensajero, e insistir en la estrategia fallida de centrarse en perseguir los cárteles extranjeros.

El informe que no fue

En enero de 2005, el National Drug Intelligence Center (la agencia de inteligencia del Departamento de Justicia de EU para el combate a las drogas) publicó un informe titulado “Drugs and Gangs: Fast Facts”, en el que prueba la existencia de organizaciones criminales “domésticas”, con centro de operaciones en 27 estados, desde donde distribuyen la droga a los 50 estados de EU.

El informe abre con una conclusión que desbarata el discurso en la política estadounidense (instalado en la opinión pública) que oculta o exculpa a Estados Unidos de su parte de responsabilidad en esta guerra contra el narcotráfico y alerta sobre la urgencia de rediseñar toda la política nacional para perseguir los grupos criminales nacionales (a los que no llama cárteles). Empieza así:

“Las pandillas callejeras (gangs), las pandillas de motociclistas ilegales (outlaw motorcycle gangs) y las pandillas carcelarias son los principales distribuidores de drogas ilegales en las calles de los Estados Unidos. Las pandillas también trafican drogas a Estados Unidos y producen y transportan drogas dentro del país”.

“Ubicadas en todo el país, las pandillas callejeras varían en tamaño, composición y estructura. Las grandes pandillas callejeras afiliadas a nivel nacional representan la mayor amenaza porque contrabandean, producen, transportan y distribuyen grandes cantidades de drogas ilícitas en todo el país y son extremadamente violentas”.

¿Cuántas pandillas hay en EU?

Según los datos recopilados por el informe hasta 2009, existían en EU al menos 731 mil pandilleros activos integrados en 21 mil 500 pandillas “y son responsables de la mayoría de los delitos violentos graves en las principales ciudades de Estados Unidos”

Sin embargo, pese a tratarse de un informe de inteligencia respaldado por una agencia del Departamento de Justicia de EU, el gobierno del entonces presidente George W. Bush no siguió los lineamientos y se centró en imponer sanciones a países que “no colaboran” con EU.

Esta estrategia de matar al mensajero acabó finalmente con el cierre en 2012 del National Drug Intelligence Center, dirigido por Michael F. Walther, con la excusa de una “reestructuración” que empoderó aún más a la DEA y profundizó la estrategia basada en la persecución de las organizaciones criminales transnacionales que introducen la droga en EU y no en las organizaciones nacionales que la distribuyen por todo el país.

La situación tampoco cambió cuando la DEA pasó por alto otro informe, este del FBI, en el que alertaba que el número de ciudadanos estadounidenses involucrados en el crimen organizado nacional (aliados o no con los poderosos cárteles mexicanos) se había disparado a 1.4 millones.

La victoria de Donald Trump en las elecciones de 2016, con un discurso en campaña que criminalizó a los inmigrantes, puso en el punto de mira de los políticos y medio estadounidenses el crimen organizado en México.

A partir de finales de 2018, tras la llegada al poder de Andrés Manuel López Obrador y su política de “abrazos, no balazos”, los congresistas republicanos endurecieron sus ataques y los más exaltados llegaron a pedir abiertamente una intervención militar estadounidense en México (en otras palabras, pedían al presidente Trump “balazos, no abrazos”).

Entonces, el mandatario republicano no se atrevió, pero ahora, tras ganar un segundo con sabor a revancha y con un discurso que alcanzó tintes fascistas —dijo en campaña que “los inmigrantes envenenan la sangre de nuestros hijos”, emulando peligrosamente a Hitler culpó a los judíos de “envenenar la sangre de los alemanes”—, la hipótesis de una intervención en México no es en absoluto descartable.

Por lo pronto, ya ha advertido que cuando regrese a la Casa Blanca, el próximo 20 de enero, recurrirá al chantaje de los aranceles contra México y al cierre de la frontera, para forzar a la presidenta Claudia Sheinbaum a que frene tanto el tráfico de inmigrantes como el tráfico de drogas, particularmente el fentanilo, que sólo en 2023 mató a más de 100 mil estadounidenses.

En cualquier, sea mediante guerra comercial o militar, Trump caen en el mismo error que en su primer mandato: el tráfico de armas estadounidense a México, que envalentona y permite a los cárteles el tráfico de drogas en sentido inverso.

Trump, como los legisladores republicanos y los medios conservadores, siguen sin aceptar la evidencia de que son los fusiles de asalto que las armerías estadounidenses venden sin control, a sabiendas de que muchos serán enviados a otros lados de la frontera, lo que impide a las autoridades mexicanas hacer frente a los poderosos “narcoejércitos”, que introducen toneladas de cocaína y fentanilo a EU.

Y si las agencias federales a cargo de Trump siguen sin atacar de raíz a grupos criminales estadounidenses que distribuyen la droga en todos los estados —como Bloods. Pagan´s, 18th Street, Latin King, Crips, Aryan Brotherhood o MS-13, por nombrar algunos— la guerra contra las drogas seguirá siendo una guerra perdida.

Para el autor de “Narcos Gringos”, mientras las autoridades estadounidenses sigan mirando a otro lado o minusvalorando el papel de las mafias locales, éstas seguirán creciendo, por lo que, de igual manera que los grupos mexicanos se “colombianizaron”, concluyó, los grupos criminales estadounidenses se están ya “mexicanizando”.

*ANN

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